El otoño y los corzos (8)

Avelino y compañía se quedaron para cazar el domingo las corzas. Muchas gracias Avelino por compartir la mañana con nosotros.

Hasta la próxima.

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Son las 6,30 de la mañana, me acabo de despertar, por el cansancio del sábado y después de estar todo el día, en el campeonato de España de recorridos de caza, me he dado cuenta que ni me he enterado que ha sonado el despertador.

Al salir al salón de la casa rural, compartida por mis compañeros de caza, (Emilio, Beroski y Pedro Blanco) y sus respectivas familias, me llevo la alegría de que todavía no están, que no soy yo solo el que estaba destrozado. Tomamos unas galletas, con la esperanza de que en el camino al coto, encontremos algún bar abierto, que al parecer por estas tierras, no hay mucha costumbre de tomar cafetito por la mañana temprano, pues todos los bares están cerrados.

Llegamos al coto, al clarear el alba, y nerviosos unos mas que otros, con movimientos estudiados, con las primeras luces del día, empezamos a prepararnos, primero el cambio de ropa unos, otros a ponerse encima el cobertor de camuflage, esa prenda tan liviana, que cubre cualquier ropa de calle, convirtiéndola en un casi perfecto camuflage, y después a preparar el material, unos sus arcos de poleas, otros sus tradicionales, revisión de flechas, puntas, prismáticos, ya está todo, ya estamos a punto. En susurros nos deseamos suerte.

Esta amaneciendo poco a poco, pero más deprisa de lo que quisiera. No conozco, para nada la finca, Berosky, me ha comentado algo, pues el estuvo el Viernes, a la mañana, cazando aquí. Me ha comentado por donde había visto las corzas, que estuvo a punto de tirar a una, a menos de 25 mt. pero que por culpa del sol, al tenerlo de frente, al final no pudo soltar.

Voy despacio, por la linde del bosque, veo numerosos rastros, de los corzos, y algunos de cochinos, la tierra esta dura en algunos tramos, y es difícil andar sin hacer mucho ruido, en otros tramos el terreno esta arado, y aquí, aunque no se oyen tanto los pasos, es mas difícil caminar, me pego al monte, todo lo que puedo, el rocío de la mañana me salpica las botas, y eso me hace andar casi sin hacer ruido.

Llevo casi 1 hora, y no he visto nada, me da por pensar, que quizás tengo un poco de gafe, pues el viernes por la tarde estuve con Orzow, y tampoco vimos nada, pero como dice nuestro lema "inmunes al desánimo", sigo, y unos minutos después en un rastrojo, a unos 80 mt. descubro movimiento, y después de mirar con los prismáticos veo 3 corzas, pero están en un sitio tan limpio, que es imposible acercarme

En vez de acercarse, y para mi desaliento, se alejan, y en unos minutos detrás de una pequeña loma, las pierdo de vista.
Bueno, despacio, sigo, a ver si doy con el sitio que me comento Berosky, que por las características dadas, creo que es el que tengo al lado, a menos de 100 mt. Sigo por la orilla del monte, para evitar ruidos, y detecto un nuevo movimiento, a lo lejos, sobre una loma cubierta de arboles, y entre ellas y mi posición, un pequeño arroyo, sin agua, creo que un lugar perfecto, para rececharlas. El problema es llegar al arroyo del cual me separan unos 15 mt. sin que me vean. Me resguardo a la sombra de una pequeña sabina, hay bastante movimiento de palomas torcaces, por querer entrar a comer a un sembrado de girasoles, están muy nerviosas, no entran, e intentan pararse en unos arboles, muy cerca de donde están los corzos.

Si me muevo y me ven las torcaces, adiós muy buenas, se enterara todo el bosque que estoy por los alrededores.

Las palomas han desaparecido, pero yo no me he movido, llego a pensar que hay alguien cerca, y que por eso no entran a las pipas.

Estoy viendo a los corzos, creo que uno de ellos es un macho, esta bajando de la loma, hacia el rastrojo donde estoy apostado, calculo que a unos 60 mt. mucha distancia.

Me muevo, gano unos metros, pero aun así, están lejos, la hembra esta en la raya del monte, mirando hacia mi izquierda, con las orejas muy levantadas, y
en actitud desconfiada. El macho de repente da un salto y se mete de nuevo en el monte. Adiós a mis esperanzas. Y en esas estaba, cuando empiezo a ver a uno de ellos dar saltos, en actitud de alarma total. Al otro no le veo, y pasan los minutos y sigo sin verlo. Empiezo a pensar, si no estaría por allí Alberto y a podido tirar.

No me puedo aguantar más, y le doy una llamada perdida al móvil. Y mientras espero su llamada, veo aparecer, a lo lejos,por entre las girasoles secas, al corzo que me faltaba de la cuenta. Se ha esfumado todas mis esperanzas, de que hubiéramos conseguido algo.

Alberto, como suponía, estaba cerca, y en unos minutos nos vimos, y me comento que no había podido tirar, que también las había tenido fuera de tiro.

Y anteriormente, otras le habían sacado, y se le habían marchado, después de darle una sonara ladrada.

Al regresar, para encontrarnos con Pedro y Emilio, entre el monte, nos salieron varias mas, pero sin darnos ninguna oportunidad. Por el camino de regreso, le enseñe una hermosa baña de un guarro, que por el marcaje de sus pezuñas, debe de tener un buen tamaño el jodido.

Emilio, en toda la mañana , no había visto nada y Pedro Blanco, había visto de lejos, una corza y un zorro, pero sin ninguna posibilidad de tiro.

Y hasta aquí, una bonita mañana, pero con un mal resultado, pues no habíamos conseguido abatir nada.

Avelino.

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