El otoño y los corzos (8)

Avelino y compañía se quedaron para cazar el domingo las corzas. Muchas gracias Avelino por compartir la mañana con nosotros.

Hasta la próxima.

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Son las 6,30 de la mañana, me acabo de despertar, por el cansancio del sábado y después de estar todo el día, en el campeonato de España de recorridos de caza, me he dado cuenta que ni me he enterado que ha sonado el despertador.

Al salir al salón de la casa rural, compartida por mis compañeros de caza, (Emilio, Beroski y Pedro Blanco) y sus respectivas familias, me llevo la alegría de que todavía no están, que no soy yo solo el que estaba destrozado. Tomamos unas galletas, con la esperanza de que en el camino al coto, encontremos algún bar abierto, que al parecer por estas tierras, no hay mucha costumbre de tomar cafetito por la mañana temprano, pues todos los bares están cerrados.

Llegamos al coto, al clarear el alba, y nerviosos unos mas que otros, con movimientos estudiados, con las primeras luces del día, empezamos a prepararnos, primero el cambio de ropa unos, otros a ponerse encima el cobertor de camuflage, esa prenda tan liviana, que cubre cualquier ropa de calle, convirtiéndola en un casi perfecto camuflage, y después a preparar el material, unos sus arcos de poleas, otros sus tradicionales, revisión de flechas, puntas, prismáticos, ya está todo, ya estamos a punto. En susurros nos deseamos suerte.

Esta amaneciendo poco a poco, pero más deprisa de lo que quisiera. No conozco, para nada la finca, Berosky, me ha comentado algo, pues el estuvo el Viernes, a la mañana, cazando aquí. Me ha comentado por donde había visto las corzas, que estuvo a punto de tirar a una, a menos de 25 mt. pero que por culpa del sol, al tenerlo de frente, al final no pudo soltar.

Voy despacio, por la linde del bosque, veo numerosos rastros, de los corzos, y algunos de cochinos, la tierra esta dura en algunos tramos, y es difícil andar sin hacer mucho ruido, en otros tramos el terreno esta arado, y aquí, aunque no se oyen tanto los pasos, es mas difícil caminar, me pego al monte, todo lo que puedo, el rocío de la mañana me salpica las botas, y eso me hace andar casi sin hacer ruido.

Llevo casi 1 hora, y no he visto nada, me da por pensar, que quizás tengo un poco de gafe, pues el viernes por la tarde estuve con Orzow, y tampoco vimos nada, pero como dice nuestro lema "inmunes al desánimo", sigo, y unos minutos después en un rastrojo, a unos 80 mt. descubro movimiento, y después de mirar con los prismáticos veo 3 corzas, pero están en un sitio tan limpio, que es imposible acercarme

En vez de acercarse, y para mi desaliento, se alejan, y en unos minutos detrás de una pequeña loma, las pierdo de vista.
Bueno, despacio, sigo, a ver si doy con el sitio que me comento Berosky, que por las características dadas, creo que es el que tengo al lado, a menos de 100 mt. Sigo por la orilla del monte, para evitar ruidos, y detecto un nuevo movimiento, a lo lejos, sobre una loma cubierta de arboles, y entre ellas y mi posición, un pequeño arroyo, sin agua, creo que un lugar perfecto, para rececharlas. El problema es llegar al arroyo del cual me separan unos 15 mt. sin que me vean. Me resguardo a la sombra de una pequeña sabina, hay bastante movimiento de palomas torcaces, por querer entrar a comer a un sembrado de girasoles, están muy nerviosas, no entran, e intentan pararse en unos arboles, muy cerca de donde están los corzos.

Si me muevo y me ven las torcaces, adiós muy buenas, se enterara todo el bosque que estoy por los alrededores.

Las palomas han desaparecido, pero yo no me he movido, llego a pensar que hay alguien cerca, y que por eso no entran a las pipas.

Estoy viendo a los corzos, creo que uno de ellos es un macho, esta bajando de la loma, hacia el rastrojo donde estoy apostado, calculo que a unos 60 mt. mucha distancia.

Me muevo, gano unos metros, pero aun así, están lejos, la hembra esta en la raya del monte, mirando hacia mi izquierda, con las orejas muy levantadas, y
en actitud desconfiada. El macho de repente da un salto y se mete de nuevo en el monte. Adiós a mis esperanzas. Y en esas estaba, cuando empiezo a ver a uno de ellos dar saltos, en actitud de alarma total. Al otro no le veo, y pasan los minutos y sigo sin verlo. Empiezo a pensar, si no estaría por allí Alberto y a podido tirar.

No me puedo aguantar más, y le doy una llamada perdida al móvil. Y mientras espero su llamada, veo aparecer, a lo lejos,por entre las girasoles secas, al corzo que me faltaba de la cuenta. Se ha esfumado todas mis esperanzas, de que hubiéramos conseguido algo.

Alberto, como suponía, estaba cerca, y en unos minutos nos vimos, y me comento que no había podido tirar, que también las había tenido fuera de tiro.

Y anteriormente, otras le habían sacado, y se le habían marchado, después de darle una sonara ladrada.

Al regresar, para encontrarnos con Pedro y Emilio, entre el monte, nos salieron varias mas, pero sin darnos ninguna oportunidad. Por el camino de regreso, le enseñe una hermosa baña de un guarro, que por el marcaje de sus pezuñas, debe de tener un buen tamaño el jodido.

Emilio, en toda la mañana , no había visto nada y Pedro Blanco, había visto de lejos, una corza y un zorro, pero sin ninguna posibilidad de tiro.

Y hasta aquí, una bonita mañana, pero con un mal resultado, pues no habíamos conseguido abatir nada.

Avelino.

El otoño y los corzos (7)

Nos levantamos, cafecito y en marcha. Hoy solo cazamos Oscar y yo, vamos a ir juntos a la zona en la que casi tiro ayer, Oscar ya está aburrido de ir a por la misma corza. Hago la misma operación que con Emilio y cuando empezaba a asomar el sol ya estabamos los dos en el valle.

Oscar me dice por radio que el terreno está despejado, y empezamos a bajar uno por cada lado para juntarnos en el trigo y organizar la vuelta. Bajo igual que ayer y cuando estaba llegando, ¡La corza! Me quedo quieto, pero estoy bastante en bolas, y a los pocos segundos se me queda mirando. La tengo a treinte metros y se que va a venir un poco a ver lo que soy, esa curiosidad... En cuanto da un paso tenso poco pero nota algo y se va ladrando como una loca.

Al poco rato veo asomar a Oscar por el trigo. Empezamos a discutir el plan, y en ese minuto de conversación aparecieron en medio del trigo por el que acababa de cruzar Oscar tres corzos. ¡Último cartucho!.

Seguro que pasan por la lengua de trigo, asi que decidimos hacerles una emboscada, uno a un lado del trigo y el otro enfrente, seguro que alguno podiamos tirar. Y efectivamente, todo salio segun lo planeado, los corzos empezaron a venir poco a poco hacia nosotros. 50 metros, 40 metros, 30 metros... Ya le tenía a tiro, mas cerca no iba a pasar, pero por desgracia notó algo y se me quedo mirando fijamente mientras leantaba la nariz, parece que revocaba algo de aire.

Esperaba que Oscar tirase, o bien tocase el buttolo para distraerle los suficiente como para que me dejase tensar, pero en unos segundos la corza pego un vote y salió corriendo por el trigo. ¡Por los pelos!

Me junto con Oscar y le pregunto que donde andaba y...

" Yo intenté colocarme en la otra parte de la finca para repartirnos el trabajo y tener oportunidad de tiro. La realidad fue que bordeando la finca en la espesura, al pasar por entre las ramas me agaché y sonó el reclamo que llevaba en el pantalón, pensando que estarían atentas a cualquier movimiento. Así que decidí no moverme del sitio por si acaso."

Volvemos poco a poco al coche de retirada y no vemos nada. Una pena irnos ya, justo cuando empezabamos a pillarle el tranquillo, pero bueno, ¡El año que viene será!. Hemos disfrutado mogollón, y yo por lo menos he tensado el arco todos los días, asi que oportunidades había, pero a veces peco de apuntón y si no lo veo muy claro no tiro, tal vez tenía que haber andado más rápido no lo sé..

Despúes de recoger todo, (Parece mentira la de cosas que llevabamos para dos días), nos dejamos caer por Castillejo del Robledo para ver a unos cuantos amigos en acción, y tuve la oportunidad de conocer a más de uno de los que suelen estar por la red, entre ellos Salva, Darko y Jaume. También intercambié unas palabras con el actual campeón de España de recorrido de caza con longbow, ¡Aitor enhorabuena!. Y tambien a Salva por ese segundo puesto en recurvado.

Luego me fuí a Burgos a cazar corzos para aprovechar los últimos días de temporada, pero no vi nada interesante. Así que hasta el año que viene, ahora toca centrarse en los jabalíes.

¡A ver si nos podemos juntar más a menudo! Una vez más dar las gracias a Fernando y Agustín por la invitación, disfrutamos un montón, y esperamos poder quitaros alguna corza más (No será difícil) la próxima vez.

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El otoño y los corzos (6)

Después de comer algo, y como todavía quedaba tiempo para que viniesen estos, nos fuimos Oscar y yo a hacer un experimento con los raposos. Saque del coche una cuerda y un peluche que tenía por casa, y fuimos a una zona en la que pensábamos que podía haber zorros cerca. Hicimos un apaño casero y nos pusimos a reclamar con el cimbel improvisado.

Claramente no nos entro nada, si llega a haber asomado uno hubiese sido la leche, pero lo importante era pasar un buen rato. Así que recogimos todo el despliegue y volvimos poco a poco para el coche, recapacitando sobre la candonga que habíamos preparado en un momento.

Al llegar al coche nos encontramos a Avelino y Emilio preparados para salir al monte. Le conozco a Avelino después de un tiempo leyéndole por la red, y por fin conseguimos compartir una jornada de caza con gente del foro, y no solo palabras.

Yo iré con Emilio, mientras que Oscar ira con Avelino a ver si consiguen ver esas corzas. Empezamos a recechar poco a poco y de vez en cuando contacto por el walkie con Emilio para ver como va, pero al no conocerse él la zona no tardo mucho en perderle la pista.

Por fin y después de unas cuantas llamadas me dice que ha llegado al valle y que esta viendo cinco corzos en el trigo por el que había subido yo a la mañana. Si, si, ¡Cinco! Yo estaba bastante cerca, y como andábamos justos de luz, recorte distancias por el monte como un loco. En unos minutos tenía a las corzas dentro de los 50 metros.

Avance poco a poco hasta ponerme a treinta metros, pero la corza seguía de frente, en eso que pego uno trotecito y se metió detrás de un arbusto, si sale la tiro. Esta no salía y cada vez se veía peor y peor, el problema era que a 40 metros tenía un machete joven y no me podía mover. Finalmente viendo que me iba a quedar sin luz me moví suavemente, pero el macho no tardo en calarme, y dio comienzo al concierto de ladridos. ¡Casi!

Luego a la vuelta me junté ya de noche con Emilio, que aprovecho la ocasión para darme una vuelta turística por el coto, pero después de media hora conseguí convencerle de que íbamos al campamento y ¡No de paseo!.

Nos reímos un buen rato en el campamento mientras contábamos nuestra aventuras a la tarde, pero al parecer Emilio y yo habíamos tenido bastante suerte porque Oscar...

"Por la tarde fui con Avelino al mismo sitio, con la intención de poder acercarnos entre los dos a las corzas, o incluso que espantándolas se acercaran al otro, pero no las vimos. Yo proseguí mi rececho en solitario, arriba en el monte sin ver nada."

Estos se marcharon y después de picotear algo hicimos una visita a nuestro amigo Carlos, que se encontraba en Castillejo de Robledo con razón del campeonato de España de recorrido de caza. Al final, que si una cosa y la otra, nos metimos al saco a eso de las dos de la mañana....

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El otoño y los corzos (5)

¡Que noche más larga! Juro que por mucho que sea de Bilbao, va a ser la última vez que duerma en un saco de verano en Burgos, ¡Que rasca! Nos levantamos y desayunamos algo, que bien entra el cafecito caliente.

Oscar va a volver al mismo sitio que ayer a ver si ve la corza, sin embargo Peio y yo decidimos coger el coche y salir a explorar nuevos territorios. Recechamos una zona preciosa, separados una cierta distancia pero en contacto siempre por el walkie.

Veo una ardilla y un raposo enorme, pero este me pilla de la misma. La llamo de vez en cuando a Peio para ver si la a liado ya, y en una de esas me dice que casi, ¡Será cabrito!. A tenido dos corzas muy cerca, les veía las patas entre los arbustos a 13 metros, pero un revoque de viento le ha fastidiado la preciosa entrada de 50 metros que había hecho. Una pena.

El sol estaba ya bastante alto, y decido quedar con Peio en un punto estratégico para planear la retirada. Ya llegando al sitio le oigo reclamando corzos o raposos, una mezcla rara, no se muy bien cual era su intención pero el caso es que cuando iba a llegar a él, veo una corza que venía al trote hacia mi.

Se para detrás de un arbusto a 12 metros y aprovecho para tensar el arco, como de un par de pasos más la achicharro. Pero desapareció entre unos arbolitos, sigo sin entender porque les llaman los duendes...

Me junté con Peio y me contó que había conseguido atraer a otra corza con su reclamo, hecho por él en una tarde aburrida de verano. Volvimos poco a poco hacia el coche tirando alguna judo que otra a distancias estratosféricas.


Quedamos al mediodía con Alberto y Emilio que justo andaban por la zona, y estuvimos contando algunas mentiras mientras picábamos algo de chorizo. Gente muy pero que muy maja. Les calentamos para que se animen a la tarde a cazar con nosotros, ya que desgraciadamente Peio nos abandonaba y había hueco de sobra para cazar los cuatro.

Así que quedamos a la tarde con ellos y nos despedimos de Peio, justo cuando empezábamos a calar la zona se va, si es que el trabajo va a acabar con él. Más tarde, con calma mientras comíamos (creo que era la tercera vez que comía fruta Oscar), Oscar me contó su mañana...

"Por la mañana repetí zona ya que sabía que la hembra con cría andaría por allí así que allí fui en cuanto salió el sol. Al igual que ayer, nada más llegar yo, se metieron al monte. ¿Demasiada casualidad? Movimientos lentos y viento a mi favor. Así que opté por subir yo también al monte e intentar cortarles el paso. El terreno estaba seco pero el rocío hizo la labor más sencilla. Al de media hora me los topé a unos 50m, se iban hacia delante cada vez la distancia era superior y me quedé sin opciones. SI se hubieran parado para degustar alguna plantita…pensé. Seguí recechando pero nada destacable. Vuelta al campamento."
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El otoño y los corzos (4)

A través del foro de la Asociación del Corzo Español nos enteramos de la invitación por parte de Fernado Sanz y Agustín Calvo, en la que invitaban a los socios de la ACE que fuesen arqueros a intentar quitar alguna corza. Una oferta muy generosa, y todo un detalle brindarnos esa oportunidad a los arqueros para que pudiésemos disfrutar como enanos detrás de los duendes.



Así que con lo poco que nos cuesta calentarnos, el último fin de semana de la temporada nos presentamos allí Oscar, Peio y yo. También habían venido Emilio y Alberto, pero al parecer iban a cazar en otra zona distinta y no coincidiríamos con ellos hasta el día siguiente.


Oscar había estado antes en el coto, así que nos dio unas fotocopias del mapa que le había dado Fernando y nos fuimos a conocer el coto un poco con el coche. Decir que justo antes de llegar al pueblo casi atropello una corza, ¡No le pegué porque frene en seco! ¡Esto pinta bien!


Después de dar una vuelta, en la que vimos dos corzas por cierto, encontramos un buen sitio para montar las tiendas y dormir a la noche. Preparamos todos los chismes y salimos enseguida para el monte, no conocíamos la zona y queríamos patear un poco el terreno para hacernos una idea.


La tarde estuvo tranquila, pero nos sirvió como toma de contacto. Yo a última hora, cuando ya apenas se veía sentí el movimiento de un corzo en un trigo como a unos 40 metros. Le metí los prismáticos y tras dejarme los ojos conseguí ver que se trataba de una corza, pero la verdad es que se veía ya muy mal.


No quedaba tiempo así que eche mano al buttolo y ¡Fiii! ¡Fiii!. Vino corriendo tan rápido que casi no me da tiempo a tensar, espere a ver si se paraba pero desgraciadamente no lo hizo. Me paso corriendo a menos de diez metros, pero con la poca luz que había preferí no tirar. ¡Que emocionante!

Cuando llegue ya de noche al campemento Peio me contó que no había visto nada de nada. Más tarde llego Oscar que había tenido algo más de suerte...


"Tras organizarnos un poco y ver un poco el coto yo fui recechando por la orilla de una finca que ya conocía y en la que anteriormente había visto varios corzos y un jabalí. Llegué a la zona caliente y extremé las precauciones, allí estaban. Una hembra y su cría a 200 metros. Me preparé para hacerles una entrada pero se metieron al monte poco a poco.


El viento estaba bien, y dudo que me hubieran visto. Mañana será otro día pensé. La luz iba a menos y no tenía demasiado tiempo así que seguí por la orilla hasta que a unos 50m vi una mancha gris. Se trataba de un corzo, ni idea de si era macho o hembra, ya que estaba entre ramas y con poca luz. El aire me delató y salió como un rayo ladrando y dejándome con ganas de hacer algo más."

Estuvimos un buen rato contando mentiras mientras cenábamos un poco (Bueno, Oscar solo iba a tomar algo de fruta...), y como a eso de media noche nos fuimos al saco a intentar dormir.



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El otoño y los corzos (3)

Cuando me suena el despertador a las 6:30 me doy cuenta que esta es una afición de locos. Asomo la cabeza por la puerta de la tienda y veo que está chispeando, ¡Toma!, Por fin una mañana de las que a mi me gustan.

Me visto a todo correr y salgo fuera. Le abro el trasportín a Faco para que corra un poco, pero él más listo que yo, al asomar la cabeza y ver le panorama, coge y se vuelve a meter en la tienda. Desayuno algo y cojo el coche rumbo a las colmenas.

En cuanto hay claridad suficiente empiezo a recechar por donde siempre, creo que sería capaz de recorrerme ese bosque con los ojos cerrados sin tropezarme. El día está superhúmedo, y las gotitas que caen meten el ruido suficiente como para andar sin ser oído.

De repente me quedo clavado, algo he visto por el rabillo del ojo, ¡Me da miedo mirar!. Giro poco a poco la cabeza y lo que me temía, ahí estaba el corzo a 20 metros mirándome, con los corzos nunca se anda lo suficientemente lento. Ni pestañeo, confío en que no lleve mucho rato mirándome y se ponga otra vez a comer. Pero no, después de unos minutos los dos como estatuas, baja la cabeza y se va andando a lo espeso poco a poco, tenso el arco pero no me da posibilidad de tiro.Una vez más apunto de liarla.

Sigo recechando y me vuelvo a encontrar con el corzo joven del otro día, intento hacerle una entrada, pero la hembra que va con él nota algo y desaparecen. ¡Menos mal!, por que si le llego a haber tenido cerca igual acabo calentándome y ese corzo no es de tirar.

Después de un bonito rececho en el que veo alguna corza más, me doy media vuelta. Voy de retirada hacia el coche, pero ya que estoy, decido pasarme por la campita en la que le suelo ver al corzo, y buscar algún sitio donde colocar un treestand para el próximo día.

Aunque ya es tarde, voy despacito por si acaso, la mañana está tan bonita que los corzos pueden estar moviéndose todavía. Pero esto si que no, no puede ser, al llegar al mismísimo sitio donde le tire ayer al corzo, veo en el mismísimo sitio donde estaba el corzo un culo. ¡La historia se repite!

Me agacho suavemente y cojo posición, ¡Estoy como una moto!. Pero me relajo al comprobar que es una corza. Está se pone a comer tranquila y hace lo que tenía que haber hecho el macho ayer, ponerse a comer a quince metros cruzada sin ramas por delante. Disfruto viendo como ramonea a escasos metros de mi, hasta que a los cinco minutos se asoma por la izquierda su compañero.

¡¡Buff!! Empiezan los temblores, los retortijones,...Los nervios me están matando,y parte de mi quiere acabar con esto cuanto antes, pero pase lo que pase voy a hacer las cosas como Dios manda, no hay que precipitarse. Dejo que la pareja coma tranquila durante cuarto de hora, esperando el momento en el que el macho se descubra ofreciéndome un tiro claro, pero no hay manera.

Poco a poco se empieza a alejar, y se mete a ramonear en unas zarzas a 35 metros, esto se está complicando. En ese momento miro a la corza y veo que me esta mirando,¡Lo que me faltaba!. No me quita el ojo de encima, y empieza a venir hacía mi para comprobar lo que soy, exactamente igual que el macho el día anterior. No me queda más remedio que intentar tirarle al macho ahora antes de que la corza se ponga a ladrar.

Tenso suavemente, anclo, relajo la mano, coloco el nivel, pongo el pin en el corzo lo mejor posible y suelto. ¡ZAS!... sssssss...¡FOK! ¡Le he enganchado! No se donde pero por el ruido le he pegado. Salgo corriendo un poco para intentar ver por donde se mete el corzo, y le veo derrumbarse a los pocos metros. ¡Increíble! ¡¡El corzo de la miel ha caído!! ¡¡Por fin!! ¡¡Yuhhuuu!!¡¡¡YUHHUUUU!!!

Voy suavemente hacía él, no vaya a ser que se levante, pero para cuando llego ya no se mueve. La alegría, satisfacción, emoción, nervios, etc.. se juntaron en ese momento y me puse a temblar como un loco. Que alegría más grande, soy incapaz de describir lo que sentí en ese momento, pero os puedo asegurar que todo el esfuerzo había merecido la pena. Y todo por no tirar la toalla, e insistir e insistir e insistir...¡¡¡Inmunes al desánimooo!!!


Intentando contaminar la escena lo menos posible, me retiro a buscar a mi compañero. Cojo la mochila de rastrear, saco a Faco de coche, le pongo el campanillo y le llevo al sitio del tiro. Enseguida mete el morro al suelo y se pone a olisquear todo. Yo no veo ni gota de sangre, pero él me tira de la cuerda ladera abajo. Le dejo que siga un poco y a los diez metros encuentro las primeras gotas de sangre, ¡¡Lleva el rastro!!. Bien Faco bien.

De vez en cuando se despista, pero se que lleva el rastro porque cada cinco metros encuentro una gota de sangre. Llega a un punto donde hay un gran charco de sangre, en ese sitio es donde el corzo ha girado sobre si mismo para correr ladera arriba los últimos metros antes de derrumbarse. Tarda unos minutos en retomar el rastro, pero lo toma, y según ve al corzo se lanza a morderlo. ¡Que crack! Ahora ya no hay quien le quite del corzo, que afición tiene este perro. ¡Bien Faco!

Aprovecho para examinar el corzo y verlo bien. En un principio pense que era viejo, ya que solo presentaba tres dientes en la parte delantera, y los cuernos daban la sensación de ser de un ejemplar adulto. Pero al parecer, y tras comentarlo con los expertos, se trata de un corzo joven con una lesión en la mandibula, producida por algun golpe en el morro cuando era pequeño.

El tiro a sido perfecto, le he pegado en todo el codillo, partiéndole las dos paletas con la muzzy mx-3 y seccionándole las arterias de salida del corazón. Ha corrido unos 30 metros. ¡Que tirascazo!



¡Que lance más bonito! Creo que hoy no voy a poder dormir.¡¡¡¡Yuhhuuuuuu!!!!

Espero que os haya gustado, y ojala os pueda contar más historias como estas dentro de poco.

Un fuerte abrazo,
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El otoño y los corzos (2)

En un par de salidas más no fui capaz de verle, ni a él, ni a la hembra con la cría. Lo único que veo es un corcito joven más adelante, tiene ya las seis puntas bien formadas, pero se ve que es muy jovencito, ese para el año que viene, y por lo que veo, creo que también se va a quedar para el año que viene el corzo de la miel, estamos ya en octubre y no queda mucha temporada por delante.

Pero no paran de pasarme por la cabeza los distintos encuentros que he tenido con mi amigo, tengo que seguir intentándolo. Le vi por primera vez ojeando sitios en la pretemporada, y por lo menos una vez al mes me lo cruzaba por le bosque. Ya le he tirado una flecha, se ha hartado de ladrarme y me ha pillado tensando el arco un par de veces.

El jueves pasado a media me fui a chequear los distintos puestos de jabalí pos si estaban entrando, aunque con la bellota ya caída no era de extrañar que estuviesen sin tocar. Así que después de comprobar que no habían comido en el puesto de la miel, me metí en el coche y fui a dar la vuelta a las colmenas.

No me lo puedo creer, de camino, en la misma campa de siempre le veo al corzo comiendo. Paro el coche y me froto los ojos, intento asimilar lo que ven mis ojos,el corzo de la miel comiendo a 25 metros del coche tan tranquilo, me mira, y sigue comiendo. ¡No puede ser! Después de unos segundos reacciono y sigo andando con el coche. El corzo está acostumbrado a que el dueño de las colmenas pase por ese camino cuatro veces diarias, así que lo probable es que no se haya asustado, crucemos los dedos.

Paro el coche en las colmenas y me preparo a toda velocidad, en un par de minutos ya estaba andando suavemente hacia él. Avanzo muy despacio, no puede estar muy lejos, si es que sigue ahí claro. A escasos quince metros de distancia, le veo los cuernos al corzo por encima de una zarza. ¡Ufff! LA pierna me empieza a templar, las pulsaciones se disparan, soy incapaz de pensar con claridad, ¡Me falta aire!

Me siento suavemente a esperar una oportunidad clara de tiro, le tengo muy cerca pero solo le veo los cuernos, no tengo prisa, ya se moverá. Pasan los minutos y empiezan los calambres en las piernas, pero hay que aguantar, es mi gran oportunidad. Después de media hora oiéndole comer al corzo, se gira y me mira fijamente, ¡Cagüen ross!, algo nota. Poco a poco se empieza a acercar para comprobar lo que soy, le veo a través de las zarzas como viene con las orejas bien abierta.

De repente pega un salto hacia atrás y aprovecho para tensar el arco, se que lo hace para ver si me muevo, y que va a volver a ver lo que soy. Y así fue, poco a poco vuelve, 15 metros, 14,13... pero con la zarza no puedo tirar. Finalmente se empieza a descubrir, lo tengo al lado, no se si llegaría a los 10 metros, le meto el pin en el pecho y suelto, ¡ZAS!.

Me tiro al suelo y me pongo a reír, a reír por no llorar, lo he fallado... La flecha iba bien, pero antes de llegar al corzo a tocado en una rama y ha salido dando loopins para arriba, acabo de desperdiciar la mejor oportunidad hasta el momento. Estos momentos son duros, muy duros, dormir en la tienda de campaña, madrugones, horas y horas en ese bosque, para que luego...

En fin, ¡Inmunes al desanimo!, recojo la flecha y sigo recechando mientras medito en lo sucedido. Dándole vueltas me doy cuenta que es costumbre que falle a los corzos un par de veces antes de pegarles, así que esto no pinta tan mal. El que corzo de primavera lo cobré a la cuarta, y también le falle a 10 metros, ¡Esto es una señal!. No hay que tirar la toalla, a seguir intentándolo que mañana será otro día.

Y Faco sigue sin trabajo, menudo dueño estoy hecho.

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