
Pasamos al camino paralelo, por el que se habían metido los dos pecaris, y al poco rato levantamos uno. Yo me separé unos metros de Jorge para ver si conseguía verlo, pero no, había desaparecido. En ese momento echo la vista atrás y le veo al Guanche, ¡Tensado!..¡ZAS!

El pecari que vimos correr debía de ser el pequeño de los dos que estaban juntos, y justo cuando me separé, Jorge le vio al grande entre los arbustos como a diez metros de distancia. No dudó en soltarle un flechazo con el que le cogió la columna, dejándole tieso en el sitio.

Fuimos a ver el pecari, ¡Era enorme!. Estábamos viéndolo cuando nos damos cuenta que están viniendo más pecaris a los chillidos del difunto. Y esto fue lo que pasó...
Una vez más la habíamos armado, ¡En media hora dos pecaris!

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