Bobcats en Texas

Cuesta mucho salir de España para cazar pero cuando uno lo hace y más si se va al país con más tradición arquera se convierte en una experiencia inolvidable.

Esta vez, movido por los lances sobre pecaríes y wildhogs que tantas veces leemos en las revistas especializadas nos trasladamos a Texas, todo un paraíso para nuestra afición, la caza con arco, habiendo ranchos especializados donde únicamente se puede practicar este tipo de caza.

Además de ir a uno de estos ranchos nos encontramos con un grandísimo profesional, pero lo mejor de todo es que era mejor persona. Sin lugar a dudas el mejor PH que hemos conocido, Glenn Smith de Brushcountrybowhunting.

Una vez allí y después de varias esperas con más o menos fortuna nos comento la posibilidad de cazar Bobcats con perros.

Estos felinos, tan abundantes allí, muy parecidos a nuestros linces. Por ser un animal difícil de abatir y por la forma de caza, con perros de rastro (casi todos con señales de"guerra") no pudimos negarnos a esta oferta y pronto preparamos nuestro equipo para lo que fue una inolvidable cacería.

A la hora señalada quedamos con los perreros Clifton Lyles y Ruben Lassmann, y después de las presentaciones José Carlos y yo Jorge Peraza, acompañados siempre de Glenn Smith nos dirigimos a la zona de caza, típica de esa región del brush country con mucho nopal y espino.

Esperamos que anocheciera para soltar los perros ya que a esa hora el calor era menor y los bobcats empiezan a moverse para buscar comida. Con los perros sueltos nos movíamos en los coches por las pistas esperando que los perros cortaran algún rastro fresco. A la hora empiezan los perros a latir, “ya tienen un rastro fresco nos dijeron” en ese momento paramos el coche, momento en que nos bajamos para poder oír mejor el trabajo de los perros a la vez que aprovechamos para disfrutar mejor de la noche y de la caza.

En eso que los perros ladran de parado, señal inequívoca de que el bobcat se subió a un árbol, nos subimos rápidamente a los coches intentando acercarnos un poco más. Los últimos 500 metros son alocados, corriendo de noche entre el brush country sin importarnos mucho los nopales y espinos, solo con la única preocupación de llegar lo más rápidamente posible para evitar que el bobcat se bajara del árbol.

Llegamos al lado de los perros y dirigimos las luces de las linternas a lo alto del árbol en busca de nuestro gato, y allí estaba, precioso y gigante, nunca creía que podían ser tan grandes, en eso José Carlos ya había preparado su flecha y se disponía a disparar mientras todos seguíamos alumbrando.

El tiro fue perfecto, el gato acuso el tiro y cayó al suelo, pero con fuerzas para recorrer unos 100 metros hasta que los perros lo cogieron.

Que fuerza tienen estos animales, después de las fotos y felicitaciones y de una buena cerveza, seguimos con la cacería en busca de otro bobcat. La suerte la teníamos de nuestro lado y pronto los perros dieron con otro bobcat y rápidamente lo subieron a un árbol.

Esta vez me tocaba a mi tirar, el gato era grande pero no tanto como el de José Carlos y se había colocado “echado” en una rama, sin poder verle bien su parte vital, de todas formas intente el disparo, la flecha se clavo con fuerza en el árbol, el gato saltó a otra rama, mientras me decían “shoot again” cogí rápidamente otra flecha, esta vez el gato presentaba un mejor blanco, y volví a tirar. La flecha golpeo fuertemente en el animal y cayó al suelo, momento en el cual los perros aprovecharon para cogerlo, pero no sin antes dar lucha y correr unos 50 metros.

Otra vez fotos y felicitaciones, y después de reponer fuerzas con unas buenas salchichas y cerveza dimos la caza por concluida no sin antes darle las gracias y la enhorabuena a los perreros por su impecable trabajo.

Volvimos otra vez al campamento con dos trofeos que ni nos imaginamos que íbamos a conseguir, para seguir cazando Wildhogs y pecaríes, pero eso ya es otra historia...