A orillas del Zambeze -Día 14-

Vamos a intentar cortar huellas e intentar por última vez los búfalos, pero a pesar de recorrernos medio mundo mirando los puntos de agua, no hay manera. Al mediodía optamos por intentar pescar algún faco en lo quemado.

Vemos alguno que otro faco, pero no el que estamos buscando, son demasiado pequeños. También vemos uno grande, pero la entrada es imposible, y no tenemos mucho tiempo que perder.

Apenas queda una hora de luz, y empezamos a ir hacia el campamento. Cuando parecía que todo había acabado, vemos una pareja de facos a 200 metros del coche. Conroy frena en seco, y apaga el motor. Al instante yo ya estaba en la ventanilla para ver lo que opinaba.

Me mira y me dice que se trata de un par de machos jóvenes, y que si quiero que lo intente. Sin dudarlo me pongo en marcha, último cartucho!.

Se esta empezando a ir el sol, compruebo el viento, y empiezo a acortar distancias lo más rápido posible. En diez minutos ya estaba arrastrándome entre las hierbas a 50 metros de ellos. Consigo llegar a una parejita de árboles, el único sitio en el que me puedo levantar para poder tirarles sin tanta paja delante.

Medí la distancia como 10 veces por lo menos, yo juraría que estaba más cerca, pero el medidor marcaba 30 metros clavados. Después de unos minutos, que me parecieron horas, el faco más grande de los dos se cruza. Tenso y le apunto como nunca, no podía hacerle un mal tiro. Ultimo día, ultima hora, ¡Que tensión!. Compruebo el nivel, mano abierta, acaricio el gatillo y... ¡ZACk!

Sale corriendo como un loco con la flecha atravesada de lado a lado. El faco me ha "saltado la cuerda" y el tiro se me ha ido alto. No me convence. Vuelvo para el coche, y allí estaban todos viendo el show con los prismáticos, ¡Habían visto todo!.

Le damos diez minutos y nos ponemos a rastrear. Ni gota de sangre, menos mal que los pisteiros no la necesitan, con la huella les es suficiente. Entramos en una zona de hierbas altas, le cojo el express a Carlos y me pongo el primero, no vaya a ser que nos pegué un susto.

Joaquin e Isona no pierden el rastro, y me van marcando la sangre que deja el faco en la hierba. Levanto la vista y le veo un poco el culo, ¡Quietos!. Me empiezo a acercar con el rifle encarado, pero está muerto. ¡¡¡Yuhuuuu!!! ¡Toma!

Un faco joven, pero gordo, pesaría unos 70 kilos. Así que me parecía que estaba más cerca, ¡Son enormes de cuerpo!. Efectivamente el tiro se había ido alto, pero le había cogido los dos pulmones. Andaría unos 80 metros. De todas formas es increíble como me ha "saltado la cuerda", cuando le he tirado estaba totalmente cruzado y sin embargo le flecha le ha entrado de atrás a delante.¡Son rápidos!

Que ilusión me ha hecho, estoy que no quepo en mi. Toda ha sido precioso, la entrada, el tiro, el rastreo,... No puedo pedir más.

Y aquí se acabó la cacería, volvimos al campamento y disfrutamos de nuestra última cena. ¿El menú? Francolines y gallinas de guinea cobradas con arco, todo un manjar.

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Conclusión

La caza en Mozambique está muy complicada. No hay mucha densidad y encima es un terreno muy difícil de cazar. Búfalos había, pero conseguir tirar a uno no era nada fácil. Del campamento solo consiguió cobrar búfalo el tejano, y en un safari de 21 días como conté.

Para mi sin embargo el safari fue un éxito, bueno, un éxito en cuanto a resultados, porque en lo que a caza se refiere... En los quince días no hice una entrada a un impala, kudu, reedbuck, waterbuck,etc... En ese aspecto un poco flojo, pero no me puedo quejar.


En cuanto a la organización, quitando lo de que tuvimos que cazar juntos, todo fue perfecto, creo que no le podemos sacar muchas pegas a Conroy y su equipo.

Todavía hay que darle unos años a Mozambique, y si se cuida, puede llegar a ser un paraíso como lo fue en su día. Habrá que volver a por los búfalos, tal vez la próxima con el arco.

Lo que no cabe duda es que la caza es salvaje y requiere emplearse a fondo.

Espero que hayáis disfrutado con el relato tanto como yo al escribirlo y muchísimas gracias por los comentarios, se agradece ver que el trabajo no queda ahí para nada. Volveré pronto y espero poder traeros muchas más batallas...

Un fuerte abrazo,

Pedro

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