Canada 2008 (3)

Día 3 11-5-2008

Hoy no para de llover, esta vez vamos Jose Miguel y yo con Michael y Ken, nos quieren llevar a una zona especial, es una zona en alto que se divisa mucho monte. Después de carrilear un rato llegamos a la pista que nos conduce a la zona. La pista esta llena de nieve, como unos 50 cm, lo malo es que la pista es en subida y en una ladera.

Lo intentamos un par de veces, pero el coche no subía, estaba difícil la cosa, además que por último el coche se iba acercando cada vez más a al filo de la pista, un error y nos caemos por la ladera.

Al final ken desiste y damos la vuelta, aprovechamos para ver otras zonas de pinos cortados, pero todavía están sin hierba, no hace el calor que esperábamos y eso que estamos en la mejor época del año para cazar el oso en la British Columbia.

Después de unas vueltas, volvemos al campamento a comer para volver a salir por la tarde, está el día muy malo, pero José Miguel y yo aprovechamos para tirar unas flechas y entrenar un poco.
Salimos a las 3 y vamos a una zona con muy buena pinta, estuvimos ayer con Ken por aquí. Nos bajamos del coche y a recechar.

La zona esta si tenía mucha hierba, por lo que podíamos tener suerte, pero ni el día ni el viento nos acompañaba. Vemos mucho rastro y Michael nos llevaba tras un rastro fresco de un oso. Por dos veces dimos con rastro muy fresco, pero no lo pudimos ver.

Por el rabillo del ojo veo movimiento y aviso a mis compañeros, pero falsa alarma, era un coyote, que después sale a un limpio donde lo podemos ver con claridad, tenía un gran tamaño además de un bonito pelaje.
Volvemos al coche y cambiamos de zona, hasta que llegamos a la Pipeline, un cortafuegos por donde cruza la línea de gas por todo Canadá. Allí empezamos un rececho despacio y pudimos ver a lo lejos una osa con dos crías y pasamos un buen rato mirando como comían hasta que se nos hizo tarde.

Ya por el camino de vuelta vemos alce, whitetail, mucho grousse y un puerco espín, que nos hizo reír con su forma de caminar y correr.

Carlos y Fernando tuvieron la misma mala suerte, solo vieron uno, en la ladera de un río pero de imposible acceso, solo disfrutaron viendolos.

Los americanos vieron dos, pero eran pequeños, de unos dos años, de esos que empiezan a buscarse la vida solos. Decidieron no tirar.

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