Hoy amanece perfecto, un día precioso, con mucho sol, los guías se levantan contentos, algunos bailan en el porche de su caseta, “hoy vamos a ver osos” nos decían. Eso esperamos que para eso hemos venido.
La verdad que da alegría cuando te levantas a cazar y hace buen tiempo, y más si estas a unos 10000 kilómetros de casa.
Vamos a una zona buena, por el camino nos cansamos de ver cola-blanca, ciervo mula y caza menor, ¡ que pena que no es la época! Que si nos lo hubiéramos pasado mejor todavía.
En el camino vemos una víbora muerta con colores muy llamativos, pero nos dicen que no es venenosa, ya por la tarde vemos un oso, en un buen sitio, José Miguel se prepara, no está lejos y el oso parece tranquilo. Yo me quedo en el coche, que desde aquí y con el zoom de la cámara puedo sacarle foto sin estorbar.
Le hacen la entrada por una pista vieja, los veo desde mi posición, el oso esta tranquilo, moviéndose poco, solo cuando cambiaba para seguir comiendo. El viento lo tenían cruzado y desde mi posición veo que hay muchas posibilidades. El oso se va hacia la izquierda de la pista y se pone a comer tras unos troncos caídos.
Miro hacia atrás intentando buscar a mis compañeros, a ver por donde van, pero ahora no los veo, hay un trozo de bosque que me lo impide, así que con los prismáticos busco otra vez el oso y veo que sigue en la misma posición.
Ahora veo a mis compañeros, estarán como a 45 metros y el oso empieza a moverse en dirección a la pista, uffffff…..
El oso se vuelve a parar, pero José Miguel y Michael siguen avanzando, miro otra vez al oso, pero por ahora no los ha visto. En eso Michael se abre hacia un lado para dejar pasar a José Miguel, pero esta vez el oso si los ve o los oye porque lo veo levantar la cabeza, cruzar la pista y subirse a un montículo de arena y se para a oir y a coger el aire.
José Miguel está como a 30 metros, le ve el lomo, pero no puede tirarle y el oso se empieza a ir, cuando llegan hasta la loma lo ven lejos entrando en el bosque.
Ha sido un lance muy bonito y he disfrutado como si lo hubiera hecho yo, al llegar me comentaron que no llevaron los pie de oso, imprescindible para cazar en ese terreno, porque se hacia mucho ruido intentando acercarnos y los osos tenían un oído y olfato increíble.
Que pena que el oso se volvió a la pista, yo pensaba que le iba a tirar a diez metros, porque estaba en un buen sitio.
¡Bien por José Miguel! Casi lo consigue y lo mejor de todo es que disfrutamos igual de la caza, ¡Da gusto cazar con gente así!
Por el camino nos encontramos con Fernando y Carlos y nos paramos a hablar con ellos, han tenido muchas oportunidades, algunas claras.
Fernando estaba recechando con su guía en la Pipeline, Carlos se quedó en el coche y mientras escribía su diario ve a un oso desde su posición. Decide si ir o no ir, ya que era media locura ir sin backup, pero se decide y le entra.
Empieza a recortar distancia, tanto, que se coloca a menos de 20 metros, el oso esta tranquilamente comiendo al lado de unos pinos.
Le recorta unos metros más y se coloca como a unos 17, el oso está perfectamente colocado, pero unas ramas le tapan la zona vital, las ramas no son grandes, pero suficientes como para dudarlo, (Carlos tira con un longbow Chastain de 56), en esos momentos de indecisión, si tirar o no tirar, cambia el aire y el oso se va.
Carlos con ese lance hizo la cacería (como decía él) acercarse a un oso grande, a menos de 20 metros, con un cacho palo y sin un rifle que te cubra, ya tiene mérito.
A Fernando, en la Pipeline vieron uno grande a 35 metros que se le metía en el monte, el guía lo reclama y el oso le sale y se le queda mirando. Fernando coloca una flecha y el oso entra en el bosque, veía algo pero no sabía lo que era. Lo vuelven a reclamar y sale el oso por el mismo sitio pero a dos patas, se queda un rato de pie, intentando averiguar que era eso. Fernando no se decidió porque no se entendió con el guía y al final no tiró.
Los dos disfrutaron de lo lindo con sus lances, nosotros seguimos hacia la zona de ayer, en la carretera vemos un oso pero sin posibilidad de entrarle.
Cuando llegamos a la zona, nos ponemos a caminar y después de un largo rececho, en el fondo de un valle, veo un bulto amarillo, como estaba al lado de las plantas del mismo color, no le presto mucha atención, pero cuando lo vuelvo a mirar veo que se mueve, se levanta y empieza a caminar para el monte.
Era un oso grande o muy grande, al verlo correr me creía que era un grizzly por su color, era amarillo, el guía no había visto ninguno de ese color en la zona nunca, estábamos de suerte.
Estaba a 120 metros, se paró y me dio tiempo a sacarle unas fotos, era un bicho precioso que para un rifle hubiera estado muy accesible, pesaría mas de 150 kilos seguro. Disfrutamos de él hasta que se metió en el monte.
Cuando regresábamos al coche, vemos otro oso, está a 45 metros de la pista, tenía alguna rama delante y José Miguel, sabiamente, no quiso arriesgarse a tirar. Allí estuvimos un buen rato hasta que el oso se tranquilizo y se acostó. Estuvimos pensando en entrarle, pero el terreno estaba muy sucio, así que mejor era que se moviera él. Estábamos al borde de la pista y puede ser que suba a comer.
Al rato se levanta, oímos un ruido en el fondo del barranco, quizás otro oso, que hace que este se asuste y corra hasta la otra ladera, allí buscó el abrigo de unos árboles grandes para pasar la noche.
Ya era de noche, así que volvemos al campamento. Allí están los americanos y hablando con ellos vieron 5 osos y 2 linces.
Después de un rececho de dos horas, porque vieron a un oso tumbado en medio de una campa, pudieron tirarle a unos 22 metros a un gran oso, pero los nervios le jugaron una mala pasada y la flecha le pasó por arriba. ¡Para la otra vez será Gary!
Carlos y Fernando vieron en total 9, alguna madres con crías, pero que le alegraron el día.
Alces, ciervos, grousse, conejos, etc etc eran ya normal verlos, eso sí, nos cruzo un lobo negro a José Miguel y a mí, pero era ya casi de noche.¡En total, 18 osos y muchos lances! Esto se anima, a ver que pasa mañana.
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