Extremadura 2007 -LA QUESERA 4-

Por último le toco a Carlos...

"Cuando subí a mi tree-stand de la Quesera decidí fumarme un cigarro para ver con seguridad como tenía el aire, pues este puesto estaba dando muchos problemas esta temporada. Me relajaba oyendo berrear a los venados y veía alguna cierva y un par de muflones machos que estaban echados a unos 200 metros.

Cuando estaba colocando el arco en una rama escuché algunos pasos detrás de mi. El árbol no me dejaba ver bien a mi espalda. Miré varia veces y no ví nada. Seguía en mi tarea de colocar bién el recurvado cuando rompí una ramita y pude escuchar y ver un grupo de ciervas saliendo al trote desde mi izquierda.

Cuando todo se tranquilizo los dos muflones que tenía echados delante decidieron venir al comedero. Los tuve un buen rato delante hasta que decidí probar cuanto podían aguantar mis movimientos. Los lentos los aguantaban bién, los rápidos les hicieron escamarse un poco y mirar hacía arriba del árbol intentando adivinar que había allí arriba, y los ruiditos por livianos que fueran les alertaron en exceso.

Estaba deseando que se marcharan para bajarme del árbol a ver si veía un par de venados que berrean detrás de mi y se estaban “cascando”. Y aquí fue cuando al bajarme del árbol me jodí el pie izquierdo. Que daño...apoye el talón mal y rodé por el suelo. Poco a poco me fui andando al cortijo e incluso intenté recechar un par de veces las muflonas que bebían en un regato.

Llegué al cortijo y no había nadie. No podía ni entrar a beber un poco de agua. Me puse a mirar tranquilamente el campo y pude ver que había varios grupos de muflonas a escasos metros del cortijo. Intente recechar una hembra con su cría, pero el último lugar que tenía para esconderme lo encontraba excesivamente largo para mi recurvado. Desistí y me fije en otro grupo de 5 muflonas donde una de ellas estaba separada unos 10 metros de las demás. Me fui acercando pegado a una valla metálica y cuando esta se acabó aún tenía unos 40 metros hasta la muflona que no dejaba de mirarme. Abrí mi arco, solté, y la flecha se clavo en su codillo, asomando la punta por un lado y las plumas por el otro. Comenzó una loca carrera regato abajo hasta que deje de verla. El tiro había sido tan bueno que ni siquiera esperé 5 minutos y me fui a buscarla. Cuando llegué a ella ya no respiraba, había corrido unos 300 metros, pero el rastro de sangre era muy claro, y su mortal caída rompió la flecha por los dos lados que asomaba. Magnífico tiro."


Enhorabuena Carlos, ¡Así se hacen las cosas!

Ya en la casa nos reunimos todos, pudiendo así compartir nuestras historias mientras tomábamos una cerveza. Una tarde fantástica y un grupo inmejorable.

Mañana por la mañana volvemos a la carga, ¡Hay que despedirse en condiciones!.

Anímate y sigue la cacería en Alla vamos!!

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