SABADO, DIA 5
A diferencia del primer campamento, en el que tenemos una habitación para cada uno, aquí hemos dormido en una especie de refugio de caza en el que dormimos todos juntos, así que la noche a sido entretenida: entre los chistes del Guanche, los ronquidos de no se quien y otros “ruidos”, sin duda provocados por las cervezas y la botella de coñac que, misteriosamente desaparecieron anoche, no nos hemos aburrido.
Nos levantamos a las seis, unos con mejor cara que otros.
El plan es pasar todo el día en los puestos. Yo voy a ir a uno que parece ser bastante querencioso para los oryx, que se me están resistiendo.
Para las siete ya estoy en el puesto con Willie, un sudafricano de la zona que también es cazador con arco, aunque sólo esta para ayudarme en la selección del posible oryx que pueda ponerse a tiro. De todas formas yo hubiese preferido estar sólo, me centro mas en el lance.
Poca acción, son las 13:15, llevamos aquí casi seis horas y lo único que hemos visto es un impala joven de poco mas de un año, y un faco pequeño (precioso) con su madre (con buena boca). Willie no habla mucho pero le estoy sacando gratis unas lecciones de Afrikáans je, je.
Son la 17:05. Acabo de tirar aun faco bonito pero le he dado un poco trasero. Willie se pone muy contento y me dice que ese seguro que lo cobramos. Yo tengo mis dudas.
Llamamos a Chris, que llega con Matías.
Les digo que esperemos mas tiempo para seguir el rastro porque no las tengo todas conmigo, creo que con éste tiro tenemos que esperar mas.
Willie dice que le vio tumbarse cerca y salimos en su busca. Sueltan al perro y lo veo venir.
Acaba de oscurecer y después de un buen rato de estar el perro a su aire no ha encontrado nada, como era de preveer.
Me queda un regusto amargo.
Recogemos a Jose Miguel que ha cogido un faco bueno y además generoso porque le ha dado una segunda oportunidad. Tanto le hemos machacado para que apunte bajo desde los puestos altos, que al final, la primera vez que le ha tirado, la flecha le ha pasado por debajo, entre las patas... Se ha ido pero al rato ha vuelto y esta vez el flechazo ha sido perfecto.
Vamos a por el Guanche que no ha tirado pero ha tenido cerca un impala enorme que no se ha dejado tirar.
Carlos ha visto mucha caza pero no ha podido tirar porque no se le han acercado lo suficiente.
Volvemos al refugio, cenamos y me meto a la cama con dolor de estomago y de mandíbula, resultado de todos los chistes que han contado.
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