Extremadura 2007 -LA QUESERA 4-

Por último le toco a Carlos...

"Cuando subí a mi tree-stand de la Quesera decidí fumarme un cigarro para ver con seguridad como tenía el aire, pues este puesto estaba dando muchos problemas esta temporada. Me relajaba oyendo berrear a los venados y veía alguna cierva y un par de muflones machos que estaban echados a unos 200 metros.

Cuando estaba colocando el arco en una rama escuché algunos pasos detrás de mi. El árbol no me dejaba ver bien a mi espalda. Miré varia veces y no ví nada. Seguía en mi tarea de colocar bién el recurvado cuando rompí una ramita y pude escuchar y ver un grupo de ciervas saliendo al trote desde mi izquierda.

Cuando todo se tranquilizo los dos muflones que tenía echados delante decidieron venir al comedero. Los tuve un buen rato delante hasta que decidí probar cuanto podían aguantar mis movimientos. Los lentos los aguantaban bién, los rápidos les hicieron escamarse un poco y mirar hacía arriba del árbol intentando adivinar que había allí arriba, y los ruiditos por livianos que fueran les alertaron en exceso.

Estaba deseando que se marcharan para bajarme del árbol a ver si veía un par de venados que berrean detrás de mi y se estaban “cascando”. Y aquí fue cuando al bajarme del árbol me jodí el pie izquierdo. Que daño...apoye el talón mal y rodé por el suelo. Poco a poco me fui andando al cortijo e incluso intenté recechar un par de veces las muflonas que bebían en un regato.

Llegué al cortijo y no había nadie. No podía ni entrar a beber un poco de agua. Me puse a mirar tranquilamente el campo y pude ver que había varios grupos de muflonas a escasos metros del cortijo. Intente recechar una hembra con su cría, pero el último lugar que tenía para esconderme lo encontraba excesivamente largo para mi recurvado. Desistí y me fije en otro grupo de 5 muflonas donde una de ellas estaba separada unos 10 metros de las demás. Me fui acercando pegado a una valla metálica y cuando esta se acabó aún tenía unos 40 metros hasta la muflona que no dejaba de mirarme. Abrí mi arco, solté, y la flecha se clavo en su codillo, asomando la punta por un lado y las plumas por el otro. Comenzó una loca carrera regato abajo hasta que deje de verla. El tiro había sido tan bueno que ni siquiera esperé 5 minutos y me fui a buscarla. Cuando llegué a ella ya no respiraba, había corrido unos 300 metros, pero el rastro de sangre era muy claro, y su mortal caída rompió la flecha por los dos lados que asomaba. Magnífico tiro."


Enhorabuena Carlos, ¡Así se hacen las cosas!

Ya en la casa nos reunimos todos, pudiendo así compartir nuestras historias mientras tomábamos una cerveza. Una tarde fantástica y un grupo inmejorable.

Mañana por la mañana volvemos a la carga, ¡Hay que despedirse en condiciones!.

Anímate y sigue la cacería en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -LA QUESERA 3-

Después le dejamos a Jorge...

"Mi puesto era un treestand en un alcornoque, esperando que alguna muflona se acercase a comer cerca de él. En esta finca aburrirse no es fácil ya que la densidad de animales es altísima y con la berrea en marcha aquello es todo actividad. Pude ver buenos venados, marcar árboles, berrear, seguir a las hembras, un espectáculo.

Tardaron en aparecer las muflonas, pero finalmente un ejemplar entró a comer, después de tomarse sus precauciones y con el aire a su favor, ofreciéndome una clara oportunidad a algo menos de 20 metros. La di tiempo a relajarse, a bajar la cabeza, a ofrecerme todo su perfil, abrí el arco sin que ella se percatase, solté la flecha y ¡¡¡un fallo perfecto¡¡¡¡...la flecha voló apenas dos dedos baja, lo justo para que ni la tocase...cosas que pasan y que sirven para acumular experiencia y comerse la cabeza un poco. Esa tarde dio poco mas de si en cuanto a caza se refiere."

Luego nos toco al Guanche y a mi, nos íbamos a poner juntos para reírnos un rato, y si encima conseguíamos grabar algo,¡La leche!.

Nos subimos los dos a un árbol que estaba cerca de una charca, yo delante con el arco, y Guanche detrás con la cámara. Era un puesto muy bonito, una pena que con la densidad de ramas que había no se dominase mucho territorio, en cambio nos proporcionaba una cobertura excelente, consiguiendo pasar desapercibidos en la copa.

Al poco rato de ponernos aparecieron a lo lejos unas ciervas, y se oía continuamente a los venados berreando. Habían pasado como tres cuartos de hora, cuando oímos a unos muflones acercándose.¡Beeee!¡Beeee! Parece que son machos, de vez en cuando se les oye pelear.

Efectivamente, entre ramas vimos a un macho que no nos quitaba el ojo de encima, se da media vuelta y se va. Pero a los cinco minutos entra un rebaño de unos quince machos. Al ponerse todos a comer, tenemos la suerte de que se une a la fiesta una muflona.

Les dejamos comer y tranquilizarse, esperando una buena oportunidad de tiro, algo que no era nada fácil por la cantidad de machos que había rodeando a la muflona. Finalmente, en un momento en el que están todos con la cabeza baja tenso el arco.

Pero no hay manera, la muflona no ofrece un tiro claro, así que destenso lo mas despacito posible, no quería precipitarme y hacer un tiro forzado. Por primera vez fui capaz de mantener la cabeza en su sitio y hacer las cosas bien.

Después de unos cinco minutos esperando el momento volví a tensar, esta vez la muflona ve algo y pegan todos un salto. Da media vuelta y se para cruzada a 17 metros, ¡¡La machaco!!.

Intente un tiro de cirujano, pero la cagué. ¡Uno de mis mejores fallos!. Una vez más el exceso de confianza me había jugado una mala pasada, si es que ningún tiro es fácil, por muy sencillo que parezca.

No estábamos seguros de si le había pegado o no, pero la cosa no pintaba bien. Luego al ver la flecha en el suelo vimos que las plumas estaban tan blancas como al salir del arco. ¡Estoy tontooo!¡Que fallo! De todo se aprende.

Le intercambie el puesto a Jorge y cogí la cámara de vídeo. Durante el resto de la tarde vimos varios venados, uno de ellos precioso y un muflon bueno que nos paso por debajo del árbol. La verdad es que disfrutamos como enanos.¡¡Que divertido!!

Esto fue lo que grabamos, advertimos que ningún animal fue herido en la grabación de este video. Tendre que verlo de vez en cuando para recordar que no hay que confiarse nunca.



Anímate y sigue la cacería en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -LA QUESERA 2-

Despues de Gerardo le toco el turno a Alberto...

"Mi puesto estaba de nuevo en un tree, aunque en esta ocasión sólo se acercó una muflona a la que me fue imposible disparar."

Luego le dejamos a Peio...

"Son las siete de la tarde. Estoy subido en una encina bastante cómoda, las ramas forman una plataforma aceptable y tengo un palé para sentarme y dejar el equipo.
Busco una forma de colocar la videocámara a mi alcance por si tenemos acción, lo hago apresuradamente, porque de camino a los puestos hemos visto bastantes muflonas, que es lo que intentaremos cazar hoy.

El calor se deja notar, tengo puesta únicamente la camisa y el sudor se desliza por mi espalda.

Pasa el tiempo, no se ve movimiento, aunque oigo a los ciervos berrear desganadamente en la lejanía. De pronto veo movimiento a mi izquierda entre las ramas. Les veo, son dos ciervos que entran a la comida dando un rodeo. Uno se me pone a quince metros. Es precioso pero no tenemos permiso para tirarles, así que me dedico a grabarlo hasta que se espanta sin razón aparente.

Son las nueve menos cuarto. Dentro de un cuarto de hora me vienen a recoger y parece que ya esta todo el pescado vendido cuando vuelvo a ver movimiento por mi izquierda. Esta vez se trata de dos muflonas que vienen a la comida. Me coloco en posición de tiro, con el arco en la izquierda y con la derecha manejando la videocámara. Estoy en esto cuando llegan dos más. Mi postura es algo comprometida, despatarrado en las ramas y medio tapado con una de las gruesas ramas que tengo a mi izquierda, pero una de las muflonas nota algo raro y no me quita ojo. Debo de actuar rápido porque dentro de un momento me vendrán a buscar y se van a espantar. Hago lo mejor que puedo de contorsionista para taparme de la muflona que se ha quedado vigilante; ya sólo puede verme el arco, pero mi postura ahora es bastante mas complicada que antes. Pero no puedo esperar más..."





¡Si es que donde va triunfa! ¡¡Enhorabuena Peio!!



Animate y sigue la caceria en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -LA QUESERA-

Continua Gerardo...

"Recogimos el equipaje y pusimos rumbo a un nuevo destino: La Quesera.

De camino paramos a comer en Alcántara, después de pasar su monumental puente y tras presenciar una no menos monumental pelea entre un par de tíos que se zurraban en plena carretera.


En este viaje repetí la compañía de Peio que me hizo ameno e ilustrativo. Lo que sabe este hombre y lo que ha visto.

Ya por la tarde tomamos posesión de un par de apartamentos en un pueblo cacereño próximo a la finca. Carlos nos había advertido que debíamos conducirnos con prudencia “¡Nada de bañarse en pelotas en la piscina o cosas así, eh, que hay otro apartamento alquilado e igual hay niños…!” A nuestra llegada no vimos niños ni nada, pero decidimos ponernos el bañador y darnos un chapuzón para refrescarnos. Nuestra sorpresa vino cuando fue el propio Carlos el que se ponía en pelotas en el jardín, eso sí, no para bañarse si no para mudarse de ropa… claro que más tarde veríamos que no había niños, si no dos tías con sus maromos que nos dieron la noche (bueno… a algunos no solo se la dieron los vecinos, jejeje).

Tras las abluciones y después de preparar los trebejos de caza partimos, cual partida de insurgentes, camuflados, armados y con ganas de guerra, camino de La Quesera, donde nos esperaban Pedro Habela y Javier Nieto. Las presentaciones de rigor, explicaciones sobre la finca, etc. Los tres perros se alojaron en el cortijo, a la sombra, y nos montamos en el Jeep de la finca reafirmando nuestra apariencia guerrillera ¡qué peligro!


Carlos nos dio las explicaciones oportunas, nos recordó a qué se podía y no disparar, etc. Desde la llegada a la finca era patente que la berrea había empezado y que había mucho venado. Se nos había dicho que se podían cazar muflonas y gabatas atrasadas, de las que aún tenían la librea con manchas, debiendo respetar a ciervas y machos de ambas especies.

Nos fueron colocando en las encinas y alcornoques, a los que subíamos sin escalera, saltando desde el jeep, y a la vez se arrojaba algo de alfalfa en tacos.


A mi me tocó el primero, junto a un camino, en una encina. Me subí al treestand y preparé las cosas. Como siempre quité el carcaj y lo colgué de una rama. El viento no me era favorable como pronto me lo demostraron tres muflonas que me sacaron a unos 30 metros. Más tarde otra punta de muflones lo hicieron a unos 80 metros.

Pronto escuché un ruido a mi espalda y ví tumbarse a un venado joven a unos 60 metros. Lo estuve observando bastante rato mientras a mi alrededor la paz era rota por el berrear de varios venados.


Así transcurría una tarde calurosa sin grandes novedades. Al empezar a refrescar empecé a sentir el reclamo de una gabata que llamaba a la madre. Ésta andaría en celo cerca. Me pasó a unos 15 metros y ví que era de las de “manchitas”. La miré y me daba pena, la dejé pasar. En un momento sentí un tropel y me entraron por la derecha un grupo de muflonas a una piedra de sal que allí había. Desafortunadamente me había dejado la cámara de fotos en el coche de Alberto. En aquella posición no había posibilidad de disparar ya que las ramas de la encina me lo impedían. Más tarde se incorporaron dos machos, uno de ellos soberbio, con una cuerna negra, reluciente, gruesa y muy abierto. De lo mejor que he visto en muflones. Más tarde lo tendría a 3 metros, a mis pies, tan tranquilo. Las muflonas finalmente se fueron sin darme ninguna opción.

De nuevo sentí a la gabata y de pronto surgió su madre seguida de una pedazo de vanado de 16 puntas que quitaba el hipo. Tan encelado estaba que no se enteró de que casi me puedo subir en él de cerca que me pasó. Un espectáculo. El venado daba picadero a la cierva allí mismo.

La gabata, por tercera vez, se llegó frente a mi, y en esta ocasión se encontró con la alfalfa. “Uff… era la tercera vez… la carne es débil y seguro que para comer está bien… voy a tirar…”. Nunca antes había disparado desde un treestand a nada vivo. Abrí el arco, apunté con tranquilidad –habría 9 ó 10 metros, como mucho- y zaaas. Entre lo que ella se agachó y lo alto que se me fue el tiro le hice un arañazo en el lomo. La gabata pegó un respingo, se lamió la herida y ¡se puso a comer de nuevo! Esto era el colmo. Atónito miré a mi carcaj que pendía estúpidamente de una rama. Con poca fortuna intenté extraer una flecha pero la ciervita me sacó. Se quedó mirando a aquel bicho raro, para a continuación arrear a correr que era un gusto. La flecha quedó de testigo clavada en el suelo arenoso. Más tarde comprobamos que no tenía sangre o pelo y que la herida había sido poco más que un rasguño.

A la hora convenida Carlos y Javier pasaron a recogerme.

De regreso al cortijo conocí a D. Joao Tavares, dueño de La Quesera y autor de algunos libros de caza en portugués. Sabía de él a través de Fredy von Seylitz con quien había cazado en Namibia, en Immehof , ya que hablando una noche sobre lobos y de su caza me había mostrado uno de sus libros donde contaba como había cazado lobos en la Sierra de San Pedro. D Joao Tavares tuvo la gentileza de obsequiarme con su último libro, un tesoro para un coleccionista como yo.

Reunidos todos, recogidos los perrillos, cenamos unos embutidos al amor de un candil, para luego regresar a la casa y darnos un último baño. La cosa no estuvo mal. Luego ya cansados a intentar dormir"


Animate y sigue la caceria en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -CILLEROS 6-

Seguimos disfrutando del relato de Gerardo...

"Como habíamos dicho Alberto había tirado la noche anterior en tres ocasiones (¡qué jodio!) y había hecho chicha seguro en uno y tenía dudas en otro. Así pues, a Runa le iba tocar andar en danza. A mi me tenía preocupado que el ambiente era muy seco, mucho al menos para el promedio al que Runa y yo estamos acostumbrados.

Eran las 8 cuando llegó Goyo pero por distintos motivos nos demoramos en salir, con lo que no llegamos a la finca hasta pasadas las 9:15. Aunque la mañana entonces no estaba calurosa la humedad de la noche ya había desaparecido no habiendo ni gota de rocío. Goyo me advirtió que además en puesto de Alberto iba a tener otro inconveniente: estaba rodeado de encames, como efectivamente así pudimos comprobar al punto.

Llegamos al puesto, que estaba en un árbol, como a 5 metros sobre el suelo, y le echamos un ojo, aún sin la perra, al jabalí sobre el que había dudas, no detectando sangre, si bien en la flecha sí se había encontrado pelo. Decidimos mirar entonces el otro comprobando en seguida que sí la daba, si bien la primera impresión es que debía tratarse de un tiro “sucio”.


Así que nos preparamos para el rastreo cogiendo la traílla y a Runa. En previsión del calor cogí una botella de agua que me fue llevando Alberto, que iba con el arco, mientras Goyo iba comprobando la calidad de la sangre. Runa enhebró el rastro enseguida pero pronto ví un primer problema: el jabalí iba dando sangre pero no abandonaba el “carreiro” o senda sobada. Cuando un bicho va bien pagado por lo general se escapa de forma atropellada arrollando el monte. Otro detalle que aún no entendemos es que habiendo disparado un tubo de aluminio este no apareciese roto o bien la flecha entera. ¡Cosas que pasan!

A partir de ahí las cosas no fueron bien; había mucha caza en la mata. Todo eran cagadas frescas y viejas de jabalíes, ciervos y zorros. La perra cruzaba rastros frescos de forma más o menos continua. A pesar de ello iba viendo algunas gotas de sangre. Aquí cometí un error de principiante; cegado como iba no marqué el rastro, bueno en realidad sí lo hice pero tarde. Después de bajar a un arroyo, lo que ponía buena facha, de pronto el rastro cambiaba de ladera e iba cuesta arriba –lo que no tiene nada de particular ya que lo he visto muchas veces- pero lo malo es que regresaba a punto de donde habíamos partido. Desde antes del arroyo la herida se había tapado y yo ya iba con dudas, si bien la perra tiraba de firme. De pronto ví en una piedra una pequeña gota con un “cuajarón” de sangre. ”La cosa va bien” pensé, y aquí fue el tercer error. Más adelante empecé a pensar que este era el rastro “cambiado” del otro jabalí al que había herido Alberto y que daba poca sangre. Enseguida Goyo me dijo lo mismo que yo ya estaba pensando. Allí había un follón de rastros que nos iba a costar desentrañar.

De pronto Runa empezó a marcar de nuevo y descubrimos unas matas manchadas de sangre por ambos lados de la senda. Perdí un poco la serenidad y me emocioné pensando que rehacíamos el rastro, pero fue en balde. El calor ya apretaba y descubrimos que perdíamos la sangre sin remedio. Runa marcaba pero era ya difícil centrarla, ya que íbamos de nuevo sobre un rastro que habíamos pisado con anterioridad y, lo peor, no había marcado adecuadamente. Si hubiera señalado el punto de la ladera donde ví la última sangre antes de cruzar el arroyo habría habido alguna oportunidad, pero no lo hice.


Seguimos con poca fe hasta dejarnos caer por toda la ladera, llegando a una charcuela que vimos no se había tomado aquella noche. El jabalí no había llegado allí. Es posible que se nos quedase en algún zarzón, quizás no muy lejos, quién sabe…El caso es que lo perdimos.

En el pisteo casi me salto un ojo, me rompí la camiseta nueva y me despellejé los brazos entre las jaras. De lo malo salí oliendo a monte, que es gloria, y aún a día de hoy la traílla huele a espliego y a jara.

Resumiendo, cometí tres errores:

- Tardar en empezar a pistear. La humedad es fundamental, mejor pistear al última hora de la tarde que por la mañana, la humedad va a más, y por la mañana a menos.
- No marcar la sangre a cada pérdida.
- No haber sido reflexivo y sereno en un contexto poco propicio (abundancia de caza, terreno seco).

Nos recogieron en un cortadero y fuimos a ver si, por pura chiripa, había cortado pelo yo la noche antes, si bien tenía la total certeza de mi yerro. Comprobamos fehacientemente que soy un manta y además no encontré la flecha que adiviné había rebotado yendo a parar al mismísimo carajo. Eso sí, encontramos flechas de otros cazadores, alegrándose alguno de hacerse con una punta Silver Flame, así de babero, de amigos cazadores que a buen segur daban algo por su recuperación.


Finalmente nos recogimos al campamento a almorzar algo, que alguno había tenido desgaste aunque no se hubiese ganado la pitanza.

Entre tanto Pedro había quedado con mi amigo Luis Barata, un cazador lisboeta apasionado de los perros, criador de teckels y sabuesos de Baviera, que le llevaba al Talibán la promesa de futuros y complicados cobros. Después de cierto periplo aterrizaron Luis, su hijo y dos hermosos sabuesos que nos dejaron a todos enamorados con la precisión de sus formas, y es que Luis es un maestro en esto de los perros bellos y de calidad. Así pues, conocimos a Faco, que enseguida se iba a convertir en el “alter ego” de Pedro.

Recogimos el equipaje y pusimos rumbo a un nuevo destino: La Quesera. "


Animate y sigue la caceria en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -CILLEROS 5-

Por otro lado Jorge (Guanche)...

"Me monto en el coche con Carlos, me ha tocado el puesto 6, él se coloca en el 7 muy cerca de mí así que vamos por fuera del coto a esperar a Goyo en un cruce de pistas, ahí aprovecho para deleitarme con el paisaje y sacar unas fotos mientras Carlos se pone el arnés.


Cuando llega Goyo lo seguimos con el coche hasta un aparcamiento donde Carlos deja el coche y nos montamos en el de Goyo para dirigirnos a mi puesto.

Un sitio precioso, un tree-stand en un sitios de eucaliptos al borde de una pista y con una ladera a mi derecha. Me subo tranquilo al tree-stand, me aseguro y a esperar. Desde aquí hay una vista increíble, incluso se ve un rascadero de venado en un árbol de la ladera.

Acaba de irse el coche y al momento se empiezan a mover los animales. Por la ladera de mi derecha oigo algo bajar entre las jaras, intento distingirlo, pero solo veo como las jaras se mueven, viene directo hacia mi, pero despacio, en eso que noto un cambio de dirección de viento, es viento de Sur, con este viento no me va a entrar nada pensé.


El animal seguía su camino y llega a la linde de las jaras, tenía que pasar un limpio y después cruzar la pista pero con este viento va a ser imposible. Efectivamente, el animal llega casi al linde, ahora si lo distingo, es un venado precioso, este es grande y seguro que no cruza el limpio, así fue, sigue por toda la linde sin abandonar las jaras, cruzándome como a 100 metros, dándome oportunidad a verlo perfectamente. Por ese sitio, cruzaron al rato 2 ciervas, pero con ese viento, imposible que me entraran.

Ya llegando a la "hora bruja" pero con luz todavía, veo por la misma ladera donde bajaba el venado otra vez el mismo movimiento, pero mas rápido. Llega casi a la linde y lo distingo, un guarro y por el tamaño, ¡¡Parece grande!!. Por el viento que hacía me hace la misma jugada que el venado pero no lo veo salir por el mismo sitio. Justo antes de anochecer distingo un movimiento por la ladera de mi derecha y se me para como a unos 35 metros, solo le veía las patas, me quede inmóvil intentando distinguirlo, pero no se movía, se hizo de noche y no lo oí ni irse.

No oí mas nada hasta las 12:30 que me entra una piara, los pequeños iban directos al maíz pero la madre bufaba y bufaba, hasta que se fueron todos. Al rato oigo el coche, Que rápido!!!! pensé.. Si no hubiera cambiado el viento hubiera tenido un espectáculo. Ojalá todas las esperas que uno haga sean tan movidas como esta, lo que demuestra el buen hacer de Carlos, Goyo y su sobrino al que le doy las gracias por todo."

En el último puesto se encontraba Carlos...

"El viernes en Cilleros al caer la noche, entre dos sombras, vi como un zorro salía del monte y llegaba justo debajo de mi tree-stand a beber de un manantial que tenía a mis pies, o quizás a intentar coger alguna de las muchas ranas que croaban en la pequeña charca. Aunque el tiro era casi imposible, intente levantarme a ver si era posible, pero fue moverme y desaparecer el zorro.

Ya, a eso de las 21:30 oí un grupo de guarros que querían entrarme por la izquierda de mi tree-stand. Se pararon y tuve a un único guarro dándome todo tipo de vueltas, gruñendo y bufando de tal forma que ya no sabía si era la guarra vieja de la piara o si la piara se había marchado y quería entrar un macareno.

El caso es que después de casi una hora, a las 10:20 exactamente se animaron a salir y empezaron a comer. Aunque la falta de luna no me dejaba ver nada, el ruido de unos y otros gruñendo, comiendo y jugando me decía que se trataba de un grupo muy numeroso.

Espere unos 10 minutos a que se tranquilizaran y por si entraba alguno grande y espantaba a la piara. La guarra vieja seguía muy desconfiada y de vez en cuando bufaba como una condenada.

Al final decidí tensar mi arco y alumbrar. Estuve dudando si poner la linterna de luz blanca o de luz roja, pero al final la oscuridad de la noche y el no saber bien como andaba de pilas la de luz roja me hizo poner la de luz blanca a la que acababa de cambiarle las pilas.

Nada más encender la luz desaparecieron entre el monte las guarras si bien pude ver entre 8 y 10 marranchones que a trote cochinero se escondían entre las jaras. Esperé unos segundos, apuntando, por si alguno se paraba, pero nada de nada. ¿Y si hubiera usado la de luz roja? Eso ya no lo sabré nunca."

Gerardo continua contándonos la historia tal y como fue...

"Fuimos recogiendo a unos y a otros mientras nos contábamos los chances y nos dirigimos al campamento a tomar algo de cena. Embutidos, quesos, sidras, cervezas y anécdotas dieron paso los chistes de Guanche para acabar con una noche casi en blanco por los ronquidos de Lobo.


El jodío de Carlos se duerme en un pis pás, para arrancarse en un concierto de ronquidos que no tiene fin. ¡Impresionante!. En sud escargo hay que decir que el que avisa no es traidor y é había advertido. Nunca pensé que fuera para tanto. Tal fue la cosa que Pedro, a la desesperada, siendo las 5:15 de la mañana se tiró del sofá en que dormía para tenderse en el suelo del exterior y así conciliar 2 breves horas de sueño. Todos me preguntaron por la mañana que por qué no había asesinado a nuestro anfitrión, era lo menos que esperaban de mi, ya que estaba tumbado, que no dormido, a su lado."



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Extremadura 2007 -CILLEROS 4-

Por fin llegamos al puesto número cuatro, era el turno de bajarme. Cogí la mochila, el banquillo y me metí dentro de una casa.

El puesto está situado en un casa derruida, en la cima de una lomita desde la que se ve el puesto de Gerardo. Me colocan en la puerta de la izquierda, allí preparo todos los chismes y me pongo cómodo. Unas zarzas que tengo a mi espalda me camuflan a la perfección, así que no dudo en ponerme prácticamente en medio de la puerta de tal forma que puedo tirar sin apenas moverme.

Desde la puerta controlo una campa bastante grande, Goyo me ha advertido que suelen echar pienso para los venados en ella, así que no le quito el ojo de encima. El maíz esta como a unos quince metros de la puerta, al borde de las jaras, al parecer los jabalis entran por la derecha. También me han comentado que ande atento con los raposos, alguno llego a fallar tres en una misma tarde. ¡Con ese panorama cualquiera se relaja!.


Al poco rato veo aparecer en la campa una cierva con su gabata, meto los prismáticos en busca de compañeros, pero desde mi posición no controlo bien del todo la campa. Le llamo a Gerardo con el walkie para ver si el ve algo más que yo desde su posición, desgraciadamente no consigo ponerme en contacto con él, lo debe tener desconectado.

A la hora bruja me aparece un vareto a la campa, el rangefinder me comenta que lo tengo a 35 metros, que pena que no sea un poco más grande. Disfruto observándolo con los prismáticos.


La luz cada vez es más escasa y aparecen en escena una gran cantidad de sombras sospechosas, estoy convencido de que son pequeñas matitas, pero algunas hasta parece que se mueven, creo que me estoy obsesionando.

El resto de la noche la pase disfrutando del cielo, había refrescado bastante y se estaba de muerte, todo un lujo poder estar ahí. De repente un ruido en las jaras me quito de golpe todas las fantasias de la cabeza, algo se acerca por la derecha.


Me quedo como una estaca, tan concentrado en el ruido que se me olvida hasta respirar. Desgraciadamente un bufido y una carrera me informan que le he echado el aire, anda un poco raro y hay veces que revoca dentro de la casa.

Finalmente a eso de la una Goyo paso a buscarme, en el coche esperaba Alberto con una sonrisa más que sospechosa. De camino al puesto de Gerardo me contó lo sucedido.


"Se trataba de un puesto en un tree, a unos cinco metros de altura, en un pino, bien orientado y preparado, en un alto por lo que el aire no era problema y con una visibilidad de unos 20 metros, rodeado de jaras.

Al cabo de un rato comienzo a escuchar sonidos, ya empezaba a anochecer y la visibilidad no permitía apenas distinguir gran cosa. Pero al cabo de un rato distingo entre las jaras los cuernos de un venado que se acercó sin llegar a entrar en el puesto y se alejó aunque seguía haciendo tanto ruido que se le oía perfectamente.

Al mismo tiempo se acercó una piara de jabalí. Apunte y tiré, pero la flecha se quedó baja y sólo rocé a uno de ellos, tras lo cual, desaparecieron. Al poco rato, otra piara. Pensaba que era la misma, pero por el tamaño deduje que se trataba de otro grupo. Apenas se dejaron ver, pero aún así probé suerte y tiré, aunque la flecha no alcanzó blanco.

Ya estaba desesperado. Y cuando pensaba que para una noche era más que mucho, oí ruidos detrás del tree y escuche a un jabalí que se acercaba. Este venía sólo y al cabo de un rato pude tirarle. Esta vez la flecha dio en su sitio y el guarro salió corriendo. "

Mañana ya tenemos lio, a ver que tal les ha ido al resto...

Animate y sigue la caceria en Alla vamos!!

Extremadura 2007 -CILLEROS 3-

Despues le dejamos a Gerardo en el puesto numero tres..

"De camino a la finca voy charlando con Goyo, el organizador y titular del coto, sobre cosas de caza, perros y otras zarandajas. El tío vive de esto y sabe de narices.

El día está claro y la brisa es suave. La temperatura para mi es alta, unos 32 ó 33 grados, y me llevo algo de beber ya que estaremos unas 5 ó 5 horas y media.

El puesto se sitúa en una casa, hoy la ruina de lo que debió ser una muy humilde vivienda, me indican lo que entra –una o dos piaras, algún venado, y quizás un jabalí de más tamaño-. En este puesto se han matado varios jabalíes. Antes de llegar me había fijado en que, por la derecha, había un paso sobado que más tarde comprobé era tomado por los ciervos en su careo de recogida al monte. Tras cebar el puesto me quedé solo y me puse a preparar los trastos.

No bien hube terminado, cuando al echar un ojo con los prismas a la ladera de enfrente, distinguí a una cierva bien atenta a mi posición. Bien seguro que nos vio llegar y andaba tomando sus referencias. Escruté sus alrededores por ver si la acompañaba algún galán, que Goyo me dijo que andaba uno que rondaría el oro. Nada vi. Al cabo de los 20 minutos la cierva se marchó arrastrando a su gabata que antes no había visto, tomando la dirección de donde se había ido a colocar El Talibán. Al revisar su careo distinguí en un raso a un venado, que resultó quedarse en vareto, que confiadón se paseaba por delante del puesto vecino.

Avanzaba la tarde cálida, con una brisa suave, al arrullo del canto de algún mirlo que andaba en la fuente cercana. Las salamanquesas se desperezaban saliendo de entre las grietas, para cebarse en las moscas y hormigas que andaban por doquier. La luz iba a menos cuando sentí por mi derecha la inconfundible carrera de un venado. Se paró un instante sin que pudiera verlo ya que las pétreas paredes de chamizo me impedían la visión. Fueron momentos de tensión. Si se asomaba no separarían no más de 10 ó 12 metros. Nada.

Pronto, al ir oscureciendo hicieron su presencia los insidiosos mosquitos que, salvo en algún episodio breve de brisa fresca, me acompañarían el resto de la espera.

En esas estaba cuando una cierva me ladró a la espalda. Un rebufo de aire debió llevarle mi olor. ¿Sería la carrera de antes? Es más que posible. Me quedé inmóvil consciente de que cualquier pieza que viniera por mi espalda podría cargarse de aire, así que quietín.

Poco después empecé a sentir un murmullo, una especie de roce y al poco un trastear en la campa donde estaba el maíz disperso. Esperé unos segundos, que se demostraron insuficientes, y sin levantarme de mi vieja silla encendí el led del visor. Fue hacerlo y escuchar la arrancada y bufido de un marrano. ¡Madre mía, están nerviosos estos bichos! Comprobé que la luz del led debía dar un reflejo en el quicio de la puerta del casetón y que eso debió verlo el guarro, que entraba bien escamado al engaño, testigo quizá de otros días en los que las flechas le silbaron cerca.

En ese momento decidí cambiar de visor. Tenía que hacerme con uno con el que esto no fuera posible. Más tarde con la ayuda de Peio, un catálogo regalo de Guanche y la opinión de Pedro, me decidí.

Así iban las cosas, con una noche estrellada que era un lujo, cuando empecé a escuchar el roce de un animal con las matas que rodeaban mi puesto. Algo se estaba moviendo alrededor. Supuse que se trataba de una gineta o de una “fuina”, nombre que por aquí damos a la garduña. Llevaba rato sintiendo ratones o lirones entre las piedras y ramas que me rodeaban. Si la fuina sigue ahí seguro que es que no me ha detectado y tampoco lo harán los guarros.
Poco después se repitió otra carrera de un venado, esta vez sin paradas tomando de nuevo el paso de mi derecha. Está claro que si hubiera vista a ese lado se podría tirar sin problemas.

La noche sin luna se alumbraba por las miles de estrellas que brillaban en el despejado firmamento. Allí Casiopea, la Osa Mayor, y la Menor, la Polar, Dragón y Géminis. Pronto saldrían las tímidas Pléyades. El Camino de Santiago se destacaba con nitidez en el límpido aire extremeño señalando la ruta del poniente. De pronto sentí un alboroto. Una piara entraba en plaza. Con qué glotonería comía. Me aupé un momento para ponerles la vista encima. En la oscuridad se distinguía un grupo compacto, oscuro, se rebullían hociqueando y masticando con rapidez. Les dejé unos momentos por ver si se separaban pero nada. Seguían comiendo con ruido pero juntos. Decidí echar un ojo, tomé el arco, abrí, apunté por si las moscas y di un chispazo. ¡Eran 5 chavasquetes de no más de 15 kilos! Reflexioné, seguro que eran los huérfanos de alguna otra jornada de caza. ¿Y si le tiraba a uno por llevármelo para comer? Decidí que sí. Volví a abrir, apunté y záaas… un centellazo en una piedra, unas cuantas chispas y oir la flecha golpear contra unas ramas lejanas fue todo uno. Tenía la total certeza de haber errado. Me senté y esperé. Nada. Cerca de las 1 me pasaron a recoger; le conté a Goyo lo que había sucedido. Me dijo que efectivamente eran los huérfanos de una cochina cazada en las primeras jornadas de caza con arco."
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Extremadura 2007 -CILLEROS 2-

Poco a poco fuimos colocandonos todos por orden, primero Peio..

"Acaban de dejarme en el puesto en el puesto. Soy el primero en colocarme, ya que en el sorteo me ha tocado el puesto número uno.

Para los que lo conocéis, ya sabéis que puesto es el de la casa derruida, en el que dicen habita la “fantasma”. Parece ser que ya se le ha aparecido a algún arquero y no debió de quedar satisfecha, porque se rumorea que su espíritu sigue entre las ruinas.

Bueno, con fantasma o sin él, el sitio no tiene mala pinta: no tiene techo, pero las paredes aguantan, y el tiro es por una de sus ventanas a unos 17 metros.

Mientras el 4x4 se aleja, saco los trastos y coloco la videocámara en posición por si hay suerte.

Al cabo de media hora me aparece una liebre que comienza a comer el maíz que hemos desparramado por la zona; al poco vienen otras dos más. Me entretengo viéndolas mientras el día va cediendo terreno a la noche.

Es noche oscura, hace un rato que no soy capaz de ver nada, así que me tumbo en el suelo haciéndome un “colchón” con la ropa que he traído por si la noche refresca. Estoy disfrutando del cielo impecable, viendo espaciadas estrellas fugaces, cuando oigo unos leves pasos. Me levanto con cuidado, amortiguado el ruido por la ropa extendida por el suelo, e ilumino la zona que me queda enfrente: hay dos ciervos comiendo, uno es un macho de unas 10 puntas y al otro solo le veo parte de la grupa. Les dejo que disfruten de la cena cuando de pronto se espantan. Creo oír a unos jabalíes un poco mas abajo, pero no se acercan lo suficiente para tener la certeza de que se trataba de ellos.
Poco a poco el tiempo va pasando y oigo el un motor que se acerca. Me parece increíble que haya llegado el momento de recogerme, las horas han pasado tan deprisa que parece mentira, no he tenido oportunidad de tirar a los guarros pero he disfrutado. Ahora, de camino al refugio, toca hacer lo mismo con los relatos de las esperas de los otros.."

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Luego le toco el turno a Jorge...

"En el sorteo de los puestos me tocó el número dos. Por las explicaciones de Carlos, ya sabia que iba a un treestand, 3 o 4 metros de altura al que entraban habitualmente alguna piara y un buen marrano por lo que se veía en las huellas. También se me dijo que era buena zona de venados, así que quien sabe, un buen “pavo” es un trofeo fantástico¡¡¡

A eso de las 20:00 ya estaba subido al árbol, era un buen puesto, con una zona de monte abierto, jaras por todas partes y un arroyo a mi espalda que daba buenas sensaciones. La zona buena de tiro no estaría a mas de 20 metros.

Tras un rato en el árbol, y siendo aún de día, vi el primer animal, un zorro que pasó rápidamente por un claro de monte y se quedo sentado a unos 70 metros. Según le estaba mirando y a escasos metros del mismo, aparecieron a buen paso una simpática piara de 7 ejemplares, poco mas que rayones, que se pusieron a comer y juguetear a escasos 15 metros de mi árbol. El ejemplar adulto que les acompañaba ni se acerco al treestand, manteniendo una buena distancia de seguridad y siempre con un arbusto de por medio.

De pronto, ruido a mi espalda, la piara que se aleja a toda velocidad, algún bufido y silencio absoluto, solo roto por la berrea de un venado al que no pude ni ver aunque seguro que andaba cerca. Durante casi toda la noche pude escuchar jabalíes, gruñidos, bufidos, romper monte pero ninguno me volvió a entrar al puesto, si bien a eso de las 24:30 pude sentir durante un buen rato un animal muy cerca del treestand. Estoy seguro que durante mucho, mucho tiempo, tuve dando vueltas al ejemplar que se aproximo desde el arroyo, quien sabe...pero ese sigue allí esperando que regresemos."

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Extremadura 2007 -CILLEROS-

Gerardo Pajares continua contandonos la historia :


"A la mañana siguiente, y tras resolver el trámite que me traía a Madrid, arrancamos para Cilleros. Talibán y Guanche por un lado y Bushman y yo por otro. Para mi un lujo que no desaproveché intentando que Peio me fuera ilustrando en el viaje. La cosa iba bien hasta que el climatizador de mi coche dijo ¡basta! ¡Vaya mala pata, con el viaje que quedaba por delante! Llamé a mi taller de cabecera pero al solución que me ofrecieron no funcionó.

Después de una parada llegamos finalmente a Cilleros donde fuimos recibidos por Lobo, Goyo, Alejandro y los hermanos Amador, Jorge y Alberto. De allí arrancamos a lo que sería nuestro campamento base en Cilleros, descargamos equipajes y otros trebejos, y nos fuimos a comer a Monfotinho, pueblo fronterizo de Portugal, donde degustamos el bacalao grelao típico del país vecino. La sobremesa estuvo fenomenal; tanto se alargaba que el dueño del local optó por echarnos apagando el aire acondicionado y solo al borde de la sofocación consiguió sacarnos de allí.

Entre tanto, en el exterior, tenía lugar una concentración de coches de época. El Talibán, se ve que cabreado con lo ocurrido, optó por boicotearlo empeñándose en arrastrar las cintas de señalización. ¡Qué espectáculo ver su coche arrastrando cintas y guirnaldas mientras la gente saludaba o increpaba, no sé, su paso triunfal por Monfortinho!. Por si acaso decidimos no regresar.

De vuelta al campamento más conversación, intercambio de obsequios, presentación de la camiseta conmemorativa, unos tiritos a la jabalí de plástico –jorobar con Guanche y Talibán, se empeñan en tirar a 40 metros, y encima aciertan-, pruebo el longbow de Pedro, y más charla. Probamos la sidra y nos aprestamos para la primera salida al monte. "


Después de hacer un poco de papeleo llego la hora de sortear los puestos, ¡Con Carlos como mano inocente!. Los resultados fueron los siguientes:

Puesto y Cazador

1 Peio -> Suelo
2 Jorge -> Árbol
3 Gerardo -> Suelo
4 Pedro -> Suelo
5 Alberto -> Árbol
6 Guanche -> Árbol
7 Carlos -> Árbol

Terminamos de preparar los chismes, y nos distribuimos en los coches para montar en los puestos. Durante el viaje en coche hasta la finca solo hablaba Gerardo y Goyo, el resto permanecíamos callados intentando concentrarnos, nos mirábamos unos a otros en silencio, la tensión se respiraba, ¡La íbamos a liar mocha!.

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