A orillas del Zambeze -Día 2-

Tenemos que recuperar algunas horas de sueño así que hoy no madrugamos mucho. Desayunamos tranquilamente y organizamos todo el equipaje. Con todo ya listo vamos a comprobar que los rifles esten bien, no vaya a ser que se hayan desajustado en el viaje.

Nos pegamos un buen susto al comprobar que el rifle de José Carlos, un express 375 Sarasketa, no cerraba. Menos mal que al final conseguimos arreglarlo base de golpes, teníamos un buen disgusto.

Ya en el campo de tiro vemos que los rifles de mi padre, un 375 remington y un 8x68 Mauser, no se han movido. Sin embargo, hay que ajustar la mira del express. Compruebo el arco contra una caja de cervezas a 25 metros. Perfecto. El profesional se queda más tranquilo y yo también.

En cuanto terminamos salimos para el campo, vamos a dar una vuelta por la zona para ver como es esto. Nos llevamos una sorpresa al ver el terreno. Se trata de bosque muy cerrado con algunas campas grandes con agua, que llamaban pans. Además la hierba está altísima, va a ser divertido seguir lo búfalos por aquí.

En esa vuelta por la zona vemos un nyala, algún duikero y un oribi. Después de comer algo, y tras mirar unas cuantas charcas en busca de huellas, cortamos una de bufalo bastante fresca. Una oportunidad que no podíamos desaprovechar. Así que salimos detrás de ella.

Llevábamos ya una hora cuando de repente todo el mundo se queda helado, todos menos el guía, que vemos como le pone a José Carlos el trípode africano delante. La curiosidad me está matando, así que me acerco un par de metros para ver que esta pasando. ¡Un bushpig! (Potamochero) Lo tenemos a 50 metros, pero con todo el follón pega una carrerita.

Sin dudarlo me pongo a hacerle la entrada. Calculo que lo tengo a 35 metros, pero con tanta rama no hay quien mida la distancia, además solo veo el lomo por encima de la hierba. Hay que acercarse más, pero no aguanta y se va.

Seguimos con la huella de búfalo, pero finalmente a última hora un grupo de elands los espanta. Vuelta para el campamento, mañana empezamos en serio.

Una vez más las cosas no salen como las habíamos hablado. Falta el cazador profesional de José Carlos. Así que no nos queda más remedio que negociar con ellos y buscar una solución al problema. Ponerse tonto una vez allí creo que no tiene ningún sentido.

Finalmente vamos a cazar los tres juntos, y no como lo habíamos contratado en venatoria. Pero para compensar le dejan cazar a José Carlos los ahora 13 días de caza. Si tenemos suerte y conseguimos cazar un búfalo los primeros días, la opción es interesante. De todas formas estábamos mejor antes. Siempre pasan cosas.

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Campamento

Estamos en el campamento de Chironde, en la parte norte de la coutada. El campamento tiene unas cuantas cabañas, algunas con cuartos individuales y otras con cuartos dobles, todas ellas con su cuarto de baño.




Un grupo electrógeno nos proporciona luz por la mañana y hasta las diez de la noche que se apaga.También hay un gran cabaña comedor.


Como en todo campamento africano esta el fuego, donde nos reunimos todas las noche antes de cenar para contar batallas. Luego hay un desolladero perfectamente preparado, y una cabaña para preparar los trofeos.


También hay un pequeño recinto vallado en donde dejan los cráneos de los trofeos enterrados, para que a lo largo de la semana, los gusanos y demás bichejos se vayan comiendo la carne. Con esto se ahorran prácticamente el cocerlos. Sabía que en América usaban los lagos y los peces para esto, pero es la primera vez que lo veo en África.



Nos lavan la ropa todos los días y tenemos agua caliente durante media hora para ducharnos. No nos podíamos quejar, está todo fenomenal.



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