Salimos de Freer pronto, un par de horas de viaje, y a las 10:00 ya estábamos en el "Rancho Guerra". Allí nos recibió Jose Luís Guerra, el propietario del rancho.
Nuestro objetivo en este sitio era el pecari, Guerra tenía una buena densidad de ellos, y como apenas los cazaba nos invito a conocer su finca. El pecári es un suido con un olfato muy bueno, sin embargo, su sentido de la vista es muy pobre. Así que teníamos que tener mucho cuidado con la dirección del viento, como siempre.
La vegetación aquí era muy distinta, se notaba que era un zona bastante más húmeda, todo estaba lleno de hierba y de pequeños árboles espinosos (como todo en Tejas). La forma de cazar el pecári era echando maíz a lo largo de los caminos, y cuando saliesen a comer, rececharlos.
Después de una breve charla y una foto de equipo, nos montamos en el todo terreno para salir a cazar, no había tiempo que perder. Desde la parte de atrás de la pick-up vimos algún venado, pero nos quedamos sin palabras cuando el coche paro ante la pista en la que habían echado de comer. Habría unos diez, tal vez quince pecáris a lo largo de un camino de medio kilómetro de largo.¡Menuda maravilla!
Rápidamente nos dividímos en dos grupos, unos se quedaron al principio del camino, mientras que a los otros nos llevaron al final del camino por dentro del bosque. En este segundo, estábamos Fernando, Jorge y yo. Jorge nos cedió el turno y nos dejo intentarlo primero a nosotros ,él ya había matado un pecári el año anterior, así que cogió la cámara de vídeo y se vino detrás nuestro.
Nada más asomarnos al camino, vimos a un grupo de tres o cuatro pecáris. Estos se iban alejando poco a poco de nosotros por el camino. A estas alturas yo ya no sabía donde estaba Fernando, ¡Había desaparecido!.
Los pecáris fueron desapareciendo poco a poco del camino hasta quedarse uno solo. Como si se tratase del escondite ingles, cada vez que el pecári nos daba la espalda, Jorge y yo intentábamos acortarle distancias lo más rápido posible.
Finalmente, después de unos quince minutos detrás de él, un revoque de viento nos delató. Rápidamente se dio la vuelta y se nos quedo mirando fijamente. Los dos nos quedamos como estatuas. Después de unos segundos retándonos con la mirada, se giro para meterse ya en el monte. En ese momento hizo una paradita,estaría como a unos 25, tal vez 30 metros, era ahora o nunca.
De forma automática tense mi longbow, y cuando el cuerpo me lo pidió, solté la flecha.. El tiro se me fue a la derecha.¡Me cachis! ¡Menudo fallo! Mientras tanto, Jorge se estallaba de la risa por detrás.
Después haciendo un pequeño examen de conciencia, me di cuenta que lo mas probable era ,que no había metido la cara lo suficiente. Más tarde, analizando el video, vimos como el pecári, que ya estaba alerta reaccionó al sonido de la flecha, y salio corriendo antes de que esta le llegase. Es increíble lo eléctricos que llegan a ser estos animales.
Ahora le tocaba el turno a Jorge...
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