Faco

Como muchos sabéis, en septiembre adquirí lo que es ahora un compañero inseparable, un Sabueso de Baviera llamado Faco. El nombre de Faco se lo puse por el safari que realizamos este año a Mozambique, en donde cobre mi primera pieza africana, un facochero. Así podre recordar el año de su nacimiento con facilidad.

El perro se lo compre con algo mas de tres meses a Luis Barata, un criador portugués que tiene una excelente linea de sabuesos. Aprovechando la excursión que hicimos a principios de septiembre a extremadura, recogí el perro en la frontera con Portugal, donde conocí en persona a Luis, una persona encantadora. También tuve el primer contacto con el cachorro, y la verdad es que me lleve una gran alegría al ver los sociable que era.





En extremadura no pudo rastrear nada, (principalmente por la ineptitud de su dueño), pero pudo olisquear alguna muflona y plantarle cara a algún que otro cerdo. Su adaptación fue asombrosa, en apenas unos días se separo de la madre, de su dueño, coche para arriba y para abajo, que si muflonas, arqueros chalados por todas las esquinas, ¡Y el tío estaba encatado!

Le lleve a casa, y le toco la presentación del resto de la cuadrilla, concretamente cuatro setter ingleses. Les vio y no se intimido para nada, más bien todo lo contrario, ¡Se puso a gruñirles!. ¡Será descarado! Acababa de llegar y ya estaba imponiendo orden, este perro iba a ser un crack. Hicimos unas cuantas subidas a la montaña, y la verdad es que para su corta edad andaba muy bien fisicamente.

A la semana siguiente le hice su primer rastro artificial, bueno, su primero y mi primero, pero gracias a la tutela de Gerardo supe defenderme. Me hice unos chanclos con unas cajas de vino viejas,(me quedaron bastante cutres por cierto, pero suficiente), cogí un corzo cobrado el día anterior por un vecino, y tras retirarle la mayor cantidad de sangre que pude, realice un rastro de unos 150 metros de longitud a contra viento. El rastro era abundante y la dirección prácticamente recta al corzo, algo sencillito para empezar.


A las dos horas le puse a Faco sobre el rastro. Se puso a olfatear como un loco, parecía que iba a aspirar el suelo, y rápidamente se puso a tirar en dirección al corzo. En apenas treinta segundo le estaba mordiendo, después de toda la currada que me había pegado y lo liquida ¡En unos segundos!.



Prometía, no se si sería casualidad pero lo encontró, con apenas tres meses y ya le mordía al corzo como si llevase años haciéndolo. ¡Que afición! Que orgulloso estoy del pequeñajo.

Un par de semanas más tarde un compañero del coto tiro a rececho un jabalí con el arco a última hora del día. Así que al día siguiente después de recechar un rato, quedamos para rastrear el jabalí. Se trataba de la primera prueba real.

Llegamos al lugar del tiro y comprobamos que daba un rastro abundante de sangre, lo perfecto para mi compañero. Metió el morro al suelo y enseguida encontró la flecha debajo de un brezo llena de sangre. Seguía poco a poco con el morro bien pegado al suelo, que levantaba de vez en cuando para olisquear la sangre en los troncos. De vez en cuando se despistaba, pero con un poco de ayuda le volvía a la linea.




Después de media hora encontró el jabalí a ochenta metros del tiro. ¡¡Bien Faco!! En cuanto lo vio dio un paso atrás, levanto el morro y se fue acercando poco a poco. Al minuto ya no había quien le separase del jabalí, ¡Como lo mordía!. Parece que ha salido con carácter.¡Que ilusión! El enano había cobrado su primera pieza. No se si estaba mas contento él o yo, pero la verdad es que ese jabalí a pesar de no ser mio, me habia hecho la misma ilusión que si lo hubiese cobrado yo. No me quiero ni imaginar la ilusión que tiene que hacer que te cobre una pieza propia.

Semanas más tarde cobre un corzo con el arco, y a pesar de verle caer fui a por Faco para verle en acción. Saque la mochila de pistear, le puse el campañillo y le lleve al lugar del tiro. No se veía la sangre a simple vista, pero Faco tiraba ladera abajo, a los pocos metros encuentro las primeras gotas de sangre, ¡Lleva el rastro!. Avanza lentamente en zig zag y cada pocos metros alguna gota de sangre me confirma que va por el buen camino.


Todo iba sobre ruedas hasta que llega a un punto en el que el corzo se da media vuelta y cambia totalmente de dirección. Ahí se lía un rato, tiene la tendencia de ir para abajo siguiendo la dirección que llevaba, pero él ya se da cuenta que algo no va bien y vuelve al punto de partida. A los cinco minutos resuelve el problema y da con el corzo. ¡Ese es mi perrillo! Nada más verlo se lanza como un loco, si le llego a dejarle más tiempo, me lo despelleja entero él solito. Creo que alguien va a pasar un noche con el estomago un poco revuelto...



Unos primeros meses con él muy interesantes, en los que me ha sorprendido el carácter tan fuerte que tiene, y sin embargo lo dócil que es en casa. ¡Una gozada de perro!. Lo que no acabo de entender es como he estado tantos años sin compañero. Ahora a seguir dándole caza, aunque con la bellota que hay la cosa no esta nada fácil.


Creo que vamos a formar un gran equipo.

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